pamplona - La muerte de Daniel de la Fuente Velado, el joven pamplonés de 22 años que falleció en septiembre de 2017 en una furgoneta aparcada en el parking de Corralillos, se produjo por asfixia, por el estrangulamiento del cuello que le realizó durante al menos tres minutos con el cinturón de seguridad del vehículo el dueño del mismo, Luis Alberto Alarcón, que al parecer fue sorprendido por Daniel mientras dormía y le despertó a puñetazos. Alarcón, que pasaba la noche en una Opel Vivaro con tres filas de asientos, dormía en la segunda fila y utilizó el cinturón más próximo a la puerta lateral corredera para asfixiar a Daniel. Ahora, un jurado popular debe decidir tras el juicio que acabará el lunes en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra si Alarcón es culpable de un delito de asesinato, como reclama la acusación particular que pide 20 años; de uno de homicidio, que exige la Fiscalía y por el que solicitia 8 años de cárcel; o si por el contrario se le deben aplicar las eximentes de legítima defensa o de miedo insuperable, que reclama la defensa para pedir la absolución.

Los forenses acreditaron ayer que la acción del estrangulamiento mortal “no fue única ni instantánea”, sino fruto de un forcejeo. Así lo relataron tras la autopsia realizada a la víctima, que presentaba lesiones y marcas lineales y paralelas en el cuello compatibles con los efectos ocasionados por una asfixia producida con el cinturón. “No apreciamos lesiones erosivas de que tratara de defenderse, aunque es cierto que tenía las uñas muy cortas”, añadieron los médicos sobre la exploración del cuerpo de Daniel. Sobre las lesiones del cuello, explicaron que “son marcas no de que el cinturón rodeara el cuello, sino causadas por compresión, que invitan a pensar que hubo una dinámica y un forcejeo. Eran varias marcas, no una sola acción y los signos indican que hubo movimiento”.

El cuerpo del fallecido fue encontrado a las 3.05 horas por agentes de la Policía Municipal de Pamplona, que le practicaron la reanimación cardiopulmonar básica, y se encontraba ya en parada cardiorrespiratoria. “Estaba en muerte cerebral cuando fue asistido, por lo tanto ya se podía prever su fallecimiento -agregaron los forenses-. Esa muerte se produce cuando deja de llegar oxígeno al cerebro y está estudiado que ese daño lo produce una falta de oxígeno de entre 3 y 5 minutos”. Por tanto, la acusación particular les preguntó a los facultativos si el estrangulamiento se podía haber prolongado durante ese tiempo. “No se puede saber cuánto tiempo duró, porque no fue una compresión única e instantánea y perdió el conocimiento. El tiempo sin oxígeno en el cerebro tuvo que ser de entre 3 y 5 minutos, pero la compresión pudo ser más prolongada”, respondieron. La autopsia desveló que la víctima presentaba siete lesiones en la cara, todas leves, sin fracturas, dos en la pierna y 12 pequeñas erosiones en las manos. La defensa les cuestionó que si las emergencias hubieran llegado de inmediato al lugar se podía haber hecho algo por la vida de la víctima a la vista de sus lesiones. “Tres minutos no es tiempo. Habrían tenido que estar ahí mismo para poder hacer algo y hubieran quedado secuelas”.

marihuana El análisis de sangre que se le efectuó al fallecido reseñó que había consumido marihuana unas horas antes. “En la sangre los restos solo permanecen horas. Si hubiera sido en orina, duran de un consumo más antiguo”. La víctima no había consumido alcohol, ni medicamentos, ni otras drogas. Se les interrogó por los efectos del cannabis y los médicos afirmaron que “normalmente es más tranquilizante, pero los efectos son variados y dependen del consumo y de la persona que lo tome”. Así, la defensa les preguntó por otros posibles efectos de esa droga: “En algunos casos el consumo produce cuadros de ideación delirante o podría tener efectos psicóticos”, dijeron. La defensa ha incidido en todo el juicio, aunque no tenga ninguna prueba psicológica que lo acredite, que el fallecido pudo sufrir un brote psicótico por el que entró de forma agresiva a la furgoneta donde dormía el acusado.