como todos los años llegará puntual la epidemia gripal y previa a ella tenemos la posibilidad de utilizar una herramienta preventiva eficaz, segura y accesible: la vacunación.

La gripe es una enfermedad producida por el virus influenza, que se caracteriza por su variabilidad anual, menor o mayor en función de varios factores, y que produce todos los años una carga importante de enfermedad entre la población. Su incidencia y gravedad es variable pero produce en Navarra una media de 15.000 casos, entorno a 500 ingresos y una cifra de fallecimientos que oscila según temporadas entre 20 y 30.

Se inicia repentinamente, tiene un período de incubación de 1 a 3 días y un período de transmisibilidad de 3-7 días desde el comienzo de la enfermedad. Entre los síntomas se incluye la fiebre alta, gran afectación del estado general, dolor de cabeza, dolor muscular, falta de apetito, fatiga, congestión nasal, irritación de garganta, tos, etc. En la mayoría de los casos es suficiente el reposo en domicilio y el tratamiento sintomático con analgésicos o antitérmicos. Al tener un origen vírico, no está indicado el tratamiento antibiótico. Los síntomas remiten normalmente sin secuelas en una semana sin tratamiento médico, pero puede dar lugar a enfermedades potencialmente graves en las personas pertenecientes a los grupos de riesgo. La complicación más frecuente es la neumonía.

Para reducir la difusión de los virus gripales es muy importante la adopción de medidas de higiene generales que incluyen, cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, bien con un pañuelo de papel o bien con la parte interior del codo y lavarse regularmente las manos. En la medida de lo posible, el paciente con gripe debe permanecer en su domicilio para evitar la infección de otras personas.

La recomendación de vacunación a los grupos de riesgo, ya sea por edad o por patología de base, no solo supone una posibilidad de protección individual. La persona vacunada que no enferma rompe una cadena de transmisión y evita el contagio a otras personas. De ahí la importancia de la vacunación de los profesionales sanitarios, personal docente y cuidadores de las personas más vulnerables o con un mayor riesgo de complicaciones en el caso de enfermar. El hecho de vacunarse supone “vacunar” indirectamente a todas las personas con las que tenemos contacto y es una manifestación de solidaridad.

La salud pública es cosa de todos y todas y debemos concienciarnos de la importancia que tiene cada pequeña aportación que podamos hacer en este aspecto.

La autora es médica de familia e integrante del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas de namFYC (Sociedad Navarra de Medicina Familiar y Comunitaria)