PAMPLONA - En 2011 fue el elegido para dirigir la Policía Foral, con el Gobierno de UPN y PSN, pero su nombramiento se frustró in extremis

-Yo creo que no, que no me debe nada ni la vida, ni la institución, ni nadie me debe nada. En aquel momento no me pareció bueno lo que pasó y, sin embargo, ahora sí me lo parece. He tenido ocho años más de aprendizaje, para conocer a la gente, para saber moverme por determinados círculos y yo creo que ahora es productivo que alguien de mis características acceda a la jefatura. Espero que sea productivo para la organización, pero sobre todo para los ciudadanos navarros, que son los que se merecen nuestro servicio y nuestro esfuerzo.

¿Qué pasó hace 8 años, que se pueda contar ahora, para que no fuera jefe de la Policía Foral en 2011?

-Hubo gente que pensó que nombrar jefe a alguien que no fuese un mando de la máxima escala era contraproducente para ellos. No sé si se sintieron amenazados u ofendidos, pero hicieron ver su disconformidad y quien tuvo que tomar la decisión lo tuvo en cuenta, y creo que con buen criterio, visto desde ahora.

Cuando el consejero Ramírez le plantea ser jefe de la Policía Foral, ¿se lo piensa o lo acepta sin titubear?

-Yo no tenía ninguna duda en lo personal, porque este es el máximo honor al que puede yo aspirar, que es dirigir a la Policía Foral, que es mi vida. Yo he vivido con la Policía Foral en los últimos 30 años a tope en los puestos en los que he estado. Yo quería ser jefe de la Policía Foral porque otros han considerado que puedo serlo, pero también porque yo quiero. Porque creo que puedo aportar otro punto de vista diferente al que había hasta ahora y las únicas dudas que podía albergar era cómo iba a afectar a mi familia y a mis amigos.

Tras Gerardo Goñi y Torcuato Muñoz, es el tercer jefe consecutivo de la Policía Foral que es policía foral. ¿Esta la organización lo suficientemente madura para no tener que recurrir en el futuro a personas externas?

-Hemos pasado años duros, por cuestiones económicas, por desencuentros entre administraciones, que nos han servido para aprender. No se puede pensar que siempre va a haber viento de cola. Hay momentos en los que hay que gestionar la adversidad y aquí ha habido jefes que lo han hecho, como Gerardo Goñi o Torcuato Muñoz. En la escala de mandos hay mucha experiencia, muchísima gestión en la adversidad, muchísima gente que se ha tenido que batir el cobre ahí fuera a favor del ciudadano y que pueden ser perfectamente jefe de la Policía Foral. La prueba es que si yo soy jefe, puede serlo cualquiera. Pero ninguno de ellos me van a ganar en ganas o en el orgullo que yo siento y, sobre todo, en la visión de una organización que crece en servicio, en voluntad y en ganas. No quiero dejar pasar la oportunidad de recordar las figuras de José Ignacio Sánchez Trueba, Manuel Jaramillo y Sinforoso Barricart, que son referentes para mí.

¿Cómo han encajado los mandos superiores que alguien con un empleo inferior al suyo haya sido nombrado jefe de la Policía Foral?

-Mi percepción no puede ser más que positiva, porque si bien yo tenía dudas de que mi nombramiento pudiera no sentarles bien a alguno, porque pudiera suponer no reconocerles los méritos que tienen todos ellos, la respuesta que he percibido ha sido de entrega, de disposición y de proposición de soluciones. No puedo hablar más que cosas buenas, aunque también entiendo que aquel que no esté muy a favor de mi nombramiento no va a venir a decírmelo. Pero yo estimo que es una minoría.

Porque usted asume que no es lo natural que un subinspector sea nombrado jefe de la Policía Foral.

-No es lo natural, lo entiendo. Desde los sueños despierto, siempre había pensado cómo se puede nombrar a alguien jefe de una organización como la Policía Foral. Lo lógico es pensar en los altos mandos porque tienen experiencia en la gestión. Pero por otra parte, ¿es suficiente? ¿O también son necesarios el conocimiento de la organización o de los impulsos que la mueven? Creo que son necesarias más cosas que la experiencia.

Hijo y nieto de minero. ¿Cómo acabó ingresando en la Policía Foral?

-Por cosas de la vida, mi padre acabó en 1964 en la mina de Potasas, en Beriáin, cuando yo acababa de cumplir 3 años. Mi padre no quería que fuese minero, quería que estudiase, quería que fuese alguien en la vida. Trabajé un tiempo en la mina y después me dediqué a otras cosas. Siempre me había parecido el sumun ser policía foral. Un día le dije a mi madre que me presentaría y aprobé.

¿Qué es lo mejor de su trabajo?

-Ayudar a la gente a resolver sus problemas, estar ahí para echarles una mano cuando la necesitan... Me parece que es el mejor oficio del mundo.

¿Y qué es lo peor de su trabajo?

-Cuando tu trabajo no da resultado, cuando tienes que hablar con alguien que ha sufrido un revés en la vida y cuando no coges al malo. Hay momentos de frustración. Pero te tienes que reponer y seguir.

¿En qué se va a notar que Juan Carlos Zapico es el jefe de la Policía Foral?

-Yo creo que no se va a notar en nada. La organización es madura y muy buena y tiene capacidad para autogestionarse. Yo me voy mañana de baja y esto seguirá funcionando a la perfección. Pero yo sí quiero aprovechar varias cuestiones que, por razones que no voy a entrar a valorar, no se han aprovechado. Una es la comunicación entre todos, horizontal y verticalmente. En la escala de mando debe haber la confianza suficiente para que haya comunicación. Además, tenemos que aprovechar el bagaje de otras personas, como son los jubilados de la Policía Foral.

¿Cuáles son los objetivos prioritarios que se ha marcado en la agenda de su jefatura?

-Los objetivos de una organización como esta vienen marcados por la línea política que quieran imprimir mis superiores. Yo creo que debemos crecer y creo que para la sociedad navarra es bueno que crezcamos. Pero no es bueno crecer sin sentido, que acumulemos agentes, coches, sin que tengan claro para qué. Es muy importante saber qué lugar ocupamos dentro de Navarra y en relación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que están en Navarra.

¿Debe ser la Policía Foral la policía de referencia en Navarra?

-Es una expresión que no me gusta, pero sí, yo creo que la Policía Foral debe ser la policía de referencia en Navarra. Para eso debemos crecer en número y en competencias, pero no podemos crecer contra nadie, porque crecer contra alguien, contra otra administración o contra otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, supone un mal parto. Crecer de esa forma es crecer con enemigos y nosotros necesitamos crecer para el ciudadano, con el ciudadano. Yo creo, desde lo más profundo, que la Policía Foral es la policía que mejor puede prestar el servicio al ciudadano y yo voy a luchar para que la Policía Foral lleve la voz cantante, pero no contra la Guardia Civil, ni contra la Policía Nacional, ni contra las policías locales. Mientras tanto, tenemos que organizarnos y coordinarnos.

¿Qué competencias está la Policía Foral en disposición de asumir?

-Con el número actual de efectivos, que se sitúa en torno a los 1.070 agentes, solo podemos trabajar en colaboración con otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, no podemos trabajar en exclusividad. A partir de ahí, si crecemos en número podríamos aspirar a las competencias en materia de medio ambiente y, después, a las de tráfico. Pero ese crecimiento y esa asunción de competencias tiene que ser una cuestión política que no suscite dudas ni problemas.

¿Vamos a ver una nueva comisaría central en esta legislatura?

-Las actuales instalaciones han llegado al 105% de su capacidad y estamos al límite. Crear una nueva comisaría central es uno de los acuerdos que tiene el Gobierno actual. Si bien yo creía que el tema estaba muy adelantado, igual no lo está y hay que retomar alguno de los trámites anteriores para darle una solución. La voluntad, me consta, existe, porque es una necesidad y además no va a solucionar solo los problemas de la Policía Foral, sino otros problemas de seguridad.

En materia puramente policial, ¿qué áreas quiere potenciar bajo su mando? ¿Hay una problemática con los menas?

-Es un tema que nos preocupa. Aunque un altísimo porcentaje se integra perfectamente gracias a los servicios sociales del Gobierno de Navarra y de los ayuntamientos, hay otros, los menos, que causan problemas a la población. Los robos y hurtos son graves, pero entran dentro de la normalidad dentro de la delincuencia. A lo que estamos teniendo cierto miedo es a los problemas de igualdad entre sexos. Tenemos que controlar mejor a esta minoría y ya estamos trabajando con los servicios sociales y con otros cuerpos policiales.

La violencia sexual es otro de los asuntos que más preocupa a la sociedad navarra.

-Queremos potenciar el trabajo para combatir y erradicar la violencia sexual. Sabemos que tenemos una ratio menor de hechos que el resto de España, pero queremos mejorar la atención a las víctimas y conseguir que nadie pueda salir impune de un delito así. No se tienen que producir, tenemos que tener noticias en cuanto se puedan producir, porque el 112 es el teléfono de rescate, y allí estará la Policía, los medios sanitarios y psicológicos. Si no llegamos antes de que ocurra un hecho de este tipo, que la ciudadanía sepa que no vamos a parar hasta detener al culpable.

En el ámbito del tráfico, el móvil y el WhatsApp son el nuevo gran enemigo de la seguridad vial. ¿Qué se puede hacer policialmente?

-Está mal que la gente muera por usar el móvil, pero está mucho peor que la gente mate. Una distracción por el teléfono móvil es intolerable, porque causa muertos. Hay que mentalizarse de que nada es tan urgente como para ponernos en peligro, ni una llamada ni un whatsapp.

¿Le gusta la Ley de Policías en vigor, que tanta controversia generó hace un año?

-Hemos estado mucho tiempo en la Policía Foral mirándonos el ombligo. Yo no sé si es la mejor ley posible, porque todo es mejorable, pero ya tenemos una ley, vamos a reglamentar de la manera mejor posible, teniendo en cuenta todas las sensibilidades, y vamos a empezar a trabajar en serio. Quien diga que no le gusta, seguro que tiene motivos. Pero si la ley es mejorable, con los reglamentos se pueden hacer grandes correcciones.

¿Votó en el referéndum que organizaron los dos sindicatos profesionales? ¿Puede decir qué voto?

-Voté a favor de la ley, porque entendí que era el momento de dejar de mirarnos hacia adentro y empezar a mirar hacia los demás, y zanjar ese tema. Teníamos a la Policía Foral más días en los medios de comunicación que otros problemas que tenía la sociedad.

¿La crispación vivida en los últimos años se ha normalizado?

-Yo soy un defensor de los sindicatos. Me parece que es una figura fundamental en las organizaciones. También hay veces que echo en falta cultura sindical, que sí conocí en el sector del metal, en la mina, donde yo he trabajado y fui testigo de las asambleas en la clandestinidad, y de la beligerancia de algunos discursos, pero también de las soluciones. A veces, llegar a la resolución del 100% de tus problemas es imposible y renunciar a la negociación por ello no es un buen sistema de representación.

Aquellas medidas de optimización que se aplicaron en la anterior legislatura, ¿se van a revertir?

-Hay momentos en los que las circunstancias te obligan a tomar unas decisiones, pero como en la vida, esas circunstancias cambian y permanecer en algo que se entiende como negativo es absurdo. Cambiar algunas de esas medidas es lo lógico, mientras que otras se han demostrado positivas para la organización. Revertir esas medidas es un compromiso, aunque no estoy en disposición de hablar de ninguna de ellas en particular, porque va a depender de la reglamentación de la segunda actividad de aquellos agentes de más edad, que podrían trabajar, por ejemplo, en la protección de edificios.

¿Es ya el momento de anticipar la jubilación de los policías forales a los 60 años y equipararla a la del resto de los Cuerpos policiales?

-La jubilación que dicen anticipada debería ser la ordinaria. Parece ilógico que un policía municipal con 59 años y 35 de servicio se pueda jubilar y nosotros tengamos en la Policía Foral motoristas con 64 años. Un Gobierno que no estuviera en funciones en Madrid ya podría darle el visto bueno. Si se da, que yo creo que es lo lógico, será un gran alivio para muchos policías forales y para la organización también, porque podremos tener una renovación de la plantilla muy importante.

¿Qué futuro le augura a la Policía Foral?

-Yo creo que tiene un futuro estupendo. Hubo un momento en el que dije a un consejero y a un director general que si esto no iba para adelante, lo mejor que podían hacer era cerrarlo. Pero que si no lo estimaban así, como nosotros no lo estimábamos, apostasen por nosotros.

“No tuve ninguna duda en aceptar el nombramiento porque es el máximo honor al que yo puedo aspirar”

“Con los agentes actuales, solo podemos trabajar en colaboración con las Fuerzas de Seguridad del Estado”

“El tema de los menas nos preocupa; tenemos que controlar mejor a la minoría que causa problemas”

“Voté a favor de la Ley de Policías porque entendí que era el momento de dejar de mirarnos hacia adentro”

Edad y lugar de nacimiento. 58 años, Mieres (Asturias) .

Familia. Casado y un hijo.

Trayectoria profesional. Ingresó en la Policía Foral en 1989 en la Sección de Tráfico. En enero de 1991 fue destinado a la Sección de Protección de Autoridades, donde ascendió al empleo de cabo en 1995. En 2001 ascendió a sargento y fue destinado a la Protección del Palacio de Navarra. Fue nombrado subinspector interino en diciembre de 2005 y jefe de la Comisaría de Policía Foral en Sangüesa. A partir de 2016 fue jefe del Grupo 1 de Seguridad Ciudadana, hasta ser nombrado jefe de la Policía Foral.

Formación. Ha realizado el Curso Superior de Dirección de Seguridad Corporativa y Protección del Patrimonio de la XXIII Promoción por la Universidad Antonio de Nebrija y posee el Diploma Superior en Criminología por la Escuela de Criminología de Cataluña.