NARRATIVA

EL EXPEDIENTE DE MI MADRE

Autor: András Forgách. Editorial: Anagrama, 2019. Páginas: 380.

El expediente de mi madre tiene formas de novela pero el libro que responde a ese nombre y puede hallarse en la colección Panorama de narrativas del sello Anagrama es el resultado de las investigaciones del escritor, traductor y artista visual András Forgách sobre el esclarecimiento de un misterio. Todo un misterio. “Con un ligero temblor en el estómago, el menor de los jóvenes entró en una oficina de cielo raso considerablemente bajo. En el centro de la pieza, un poderoso escritorio hacía las veces de trono, y el hombre de doble papada, escasa estatura, uniforme de teniente coronel y gafas de montura dorada le ofreció cordialmente tomar asiento; y cuando él mismo lo hizo pareció por un instante que iba a desaparecer detrás del escritorio”: es la página 33 del libro y el comienzo real de una aventura difícil de experimentar sin perder el equilibrio emocional.

Las memorias y los textos oficiales de la investigación, así como la cargada atmósfera del relato que sustenta el libro hacen de la historia de intriga que forma la base narrativa de El expediente de mi madre lo que muy bien pudiera ser un fresco del paisaje social y político de la Hungría postcomunista. “Se miraron el uno al otro a los ojos como si solo mirasen sus propios ojos. Vio algo más en los ojos de su madre, pero no podía determinar exactamente qué era. Evidentemente pasaba algo con su padre, o con su hermana menor, o con la mayor, o algún problema terrible, que se debía resolver de inmediato, había que salvar a alguien en el acto, había que escalar una alta montaña o saltar a un precipicio, daba igual”, reza Forgách en el ecuador del libro.

Y puede haber sido uno de los principales artistas contraculturales húngaros de la segunda mitad del siglo XX, pues algo de ello puede vislumbrarse en esta historia, pero András Forgách es, sobre todo, un autor capaz de crear una narración como ésta, relato realista en sus formas y, como no podía ser de otra manera en tales menesteres, un libro bien trabajado en lo que a documentación correspondiente respecta. Un libro que no se limita a narrar las desavenencias de un pueblo con su gobierno, ya que se adentra sin temor en la cueva de los horrores que manan del interior de esas cavidades, las que guardan secretos que, una vez destripados, traen consigo el desmoronamiento de las relaciones familiares y también las preguntas que nadie merece hacerse décadas después de haber crecido en el seno de una familia compuesta por miembros a los que se quería con toda el alma.

El expediente de mi madre es el nombre de un viaje nada seguro: “Dóra esperaba que la señora Pápai apagase el tocadiscos apenas lo viese entrar, pero no ocurrió así. Le sonrió y con toda tranquilidad le indicó que tomase asiento, la música estaba a punto de terminar”. ¿Qué hacer en un caso como éste? “Se sentó en el sillón y miró inflexible a la señora Pápai, que hacía como si no se percatara de ello. Eso también lo irritaba”. El expediente de mi madre es, en definitiva, el nombre de un relato discreto en sus formas y equilibrado en su contenido, pues pudiera haberse convertido en un pozo sin fondo para los sentimientos encontrados del autor si éste lo hubiera permitido:

“­­­--En caso de emergencia, ¿a quién me puedo dirigir en la embajada?

--A nadie -le hizo saber Takács-. Espere a recibir instrucciones. Por ahora no veo ningún motivo para una emergencia. Lo esencial: quisiéramos cambiar la imagen que se ha creado de nuestro país en el ámbito internacional. Quisiéramos mostrar que actuamos independientemente y que no somos, como dicen ellos, un simple Estado satélite. Los contrarrevolucionarios del 56 se han dispersado por toda Europa, han menoscabado su propia patria, la han denigrado, difamado, calumniado. No tiene otra cosa que hacer que entablar amistad con toda la gente que pueda (?)”.