- Petra Martínez, que comenzó su carrera de actriz con un teatro comprometido que sufrió la censura franquista, recuerda con cariño aquella época en la que ella y quienes la acompañaban tenían “la sensación de que con el teatro se podía arreglar el mundo”.

“Éramos todos unos hippies, unos más politizados y otros menos, y solo queríamos hacer teatro, el teatro que nos gustaba hacer”, recordó de su etapa en la compañía Tábano la actriz, que recibió ayer en el vigésimo cuarto Festival de Málaga la Biznaga Ciudad del Paraíso, con la que el certamen reconoce a los “imprescindibles” del cine español.

En esos años finales del franquismo no sabía “nada de política”, pese a que su padre había sido “deportado” a Linares, donde ella nació en 1944, y ahora se ríe “de las cosas tontas que prohibían”, como la obra Castañuela 70.

“La obra fue un éxito. Se puso en agosto, sin aire acondicionado, y al segundo día estaba lleno siempre, con dos funciones diarias. Iba a venir Nixon y hacíamos un sketch que parecía que se metía con los americanos, algo muy banal. Parece que lo vio la mujer de un comandante y lo prohibieron”, indicó Petra Martínez en rueda de prensa.

En ese momento empezaron a ver “la forma de salir a la emigración económica y al exilio en Europa” e hicieron una gira con una furgoneta. “Conocí en esos años mucho más de España de lo que había podido conocer en España, porque mis padres no me hablaban de eso, y conocí a muchos emigrantes, la mayoría de Extremadura y de Andalucía”.

Sobre el cine, se define como “una espectadora fiel”, pues no hay nada que le gustara tanto “como ir al cine desde los 6 años”. Confiesa que le gusta mucho hacer cine, pero le gusta más verlo porque es “como un anexo” de su vida.

La actriz reconoce que la televisión, con trabajos como su papel de Fina en La que se avecina, le ha dado “una visibilidad” porque este medio ha sido “un escaparate” para hacer cosas en el cine con directores que quizás “no habrían sabido que existía”.

“Hacía un teatro para inmensas minorías y, sin hacer la Fina, si no te conocen los directores, no te pueden llamar”, admite Petra Martínez, que, acostumbrada a la forma de trabajar en el teatro, asevera que se “aburría” haciendo cine hasta que asimiló que este “no tiene nada que ver con la rapidez del teatro o de la televisión”.

También en la televisión participó en Barrio Sésamo, un trabajo “delicioso” que recuerda por la gran improvisación que había, al estar escritos los guiones “con una amplitud con la que se podían añadir cosas”.

“Solo tuvo un defecto, que en aquella época veían la televisión ocho o nueve millones de personas y a los niños, que los quiero mucho, empecé a sentir que los odiaba porque eran muy pesados. Ahora te piden una foto con el móvil, pero entonces terminaba que no podía firmar más autógrafos. Fue una exposición tan grande que me agotó mucho”, confesó.

En agosto se estrenará La vida era eso, de David Martín de los Santos, una película que cree que va a “marcar” su vida.