El Museo Thyssen inaugura su nueva muestra La máquina Magritte que reúne la primera retrospectiva del artista belga desde hace más de 30 años que reúne casi un centenar de sus obras y pretende salir de “la idea de estereotipo” que se ha asociado en muchas ocasiones al pintor surrealista. “Magritte tenía esa capacidad para crear iconos que tanto gusta, pero que al final acabo reduciéndolo a un estereotipo -que, por otra parte, fue algo buscado por él también-. Pero en esta exposición se ha tratado de mostrar un método de pensamiento, porque hay método en esa ‘locura’”, explica el director artístico del museo, Guillermo Solana. Esos estereotipos a los que alude Solana son los de las famosas manzanas de Magritte; los hombres sin rostro pero coronados con bombines o la pipa de esto no es una pipa, todas ellas piezas que están presentes en la muestra.

La máquina Magritte se divide en siete secciones: Los poderes del mago, Imágenes y palabras, Figura y fondo, El cuadro y la ventana, El rostro y la máscara, Mimetismo y Megalomanía. Comisariada por Guillermo Solana, director artístico del museo, la muestra reúne más de 90 pinturas, junto a una selección de fotografías y films y, después de su clausura en Madrid, la exposición viajará a CaixaForum Barcelona. Solana desgrana los motivos de la popularidad de Magritte, que comenzó a desbordarse en los años 60 al ser contemplado como “un precursor del pop”. “Es un pintor cada vez más conectado con la sensibilidad contemporánea y quizás tenga que ver con que ese lenguaje figurativo es también muy realista”, añade.

Además, Magritte tenía algo diferente a los surrealistas de París, que en cierta manera miraban al artista belga como “un paleto”. “Algunos como Breton tenían esa actitud pomposa y se tomaban muy en serio a sí mismos, convirtiendo el surrealismo en algo de culto a diferencia de Magritte”, agrega el comisario.