La pandemia y la subida de precios en el transporte pusieron en peligro la primera retrospectiva que llega a España en el Museo Thyssen del pintor estadounidense Alex Katz.

Así lo reconoció ayer este nonagenario protagonista del arte americano del siglo XX que bromeó con el hecho de que mientras en el Museo Thyssen-Bornemisza estaban “hincando codos” para colocar sus cuadros él estaba “muy ocupado pintando otras cosas”.

Cuadros diferentes, o no, a los que se pueden ver desde hoy en esta pinacoteca después de muchas vicisitudes, es una suerte de milagro conseguido tras conseguir tener “línea directa con Dios”, bromeó el director artístico del museo, Guillermo Solana. Hasta el 11 de septiembre se podrá visitar esta retrospectiva de más de 40 pinturas que recorren seis décadas de la obra de Katz. Todo un “atrevimiento” que, debido también al “tamaño descomunal” de los lienzos, según Solana, su colocación en las salas ha sido como “meter un velero en una botella”.

Nacido en Nueva York en 1927, el artista afirmó que el “mundo poético está muy en marcha a pesar de la covid-19” y confesó haber tenido “suerte” de que hace 70 años la guerra no le “interrumpió” su trabajo.

“En Estados Unidos tenemos un gobierno al que parece no importarle lo que hagamos en el arte, pero eso es bastante distinto en Europa”, lamentó.

Enemigo del encasillamiento, como así lo demuestra la evolución de su obra -desde los ambientes festivos de Nueva York, pasando por las miradas perdidas de su esposa y de su nuera hasta llegar a los paisajes de vivos colores- Katz se “aprovecha de la nada” para encontrar belleza.

Así que lo que el Museo Thyssen ha conseguido es borrar de su lista de deberes esta, según Solana, “ausencia casi imperdonable” que había en España de una retrospectiva del neoyorquino.