Si, como dice Patxi Araujo, “la labor artística se trata de establecer vínculos y conexiones entre diferentes”, él una vez más la ha ejercido con conocimiento, complejidad técnica y pasión, esta vez para ahondar en las líneas de pensamiento que propone la segunda edición de los Encuentros de Pamplona - Iruñeko Topaketak.
Para esta cita ha creado el artista navarro la instalación La distribución del caos, 2024, que habita el hall de Baluarte.
Es, en palabras de Araujo, una “invocación mediante recursos técnicos a aquello que no conocemos, que tiene que ver con lo que denominamos caos, azar; aquello desconocido, aquello que tememos, que enjaulamos, que discriminamos y con lo que soñamos. Materia de pensamiento artístico, materia de especulación, materia imprescindible sin la cual es imposible crear avance en el terreno del arte”.
Interacciones necesarias
Una andamiaje cancela la prosa del no-lugar que es el vestíbulo de “este gran lugar”, Baluarte, y posibilita la existencia de otro de calidad distinta. Promesa de un espectáculo en construcción, esta propuesta es “habitación para sala de máquinas y humanos”, a la vez que “mirador” de una nube-mar y, desde ahí, de formas de conocimiento particulares, excepcionales.
Para hacer realidad esta instalación, “la más ambiciosa y compleja por su escala” de las que ha creado hasta ahora, Patxi Araujo (Pamplona, 1967) ha tenido que “negociar con el lugar y con todos los gremios y personas que se han involucrado en esa construcción”.
A este respecto, el artista considera muy necesario el contacto entre diferentes disciplinas y saberes. “Es imprescindible que se generen vínculos con la industria local o con ámbitos no necesariamente culturales para que los artistas tengamos acceso a trabajar con cierto tipo de cuestiones de infraestructura o técnicas”, ha asegurado este jueves 3 de octubre, antes de la inauguración de su instalación en Baluarte.
Integrando el caos
Dentro de la estructura que ha concebido para estos Encuentros hay “un core, un corazón que capta cierto tipo de radiación cósmica”. Así, 13 sensores Geiger que son sensibles a esa frecuencia y energía, captan esas señales que provienen de los rayos cósmicos cuando entran en contacto con la atmósfera y se desmenuzan. “Esas señales tienen una peculiaridad, y es que son absolutamente aleatorias, es impredecible cuándo va a impactar el próximo meteoro, la próxima partícula, de tal manera que generan un ritmo aleatorio puro, están declamando el azar y están integrando el caos en ese espacio y en ese lugar”, explica el artista.
“Toda esta instalación se debe al afán por construir vínculos entre distintos ”
Esas señales disparan y gobiernan todo lo que en esta pieza ocurre: sonidos, imágenes, comportamientos, intensidades. De manera que la propuesta tiene “muchas capas”. “No es una obra que se lea en un momento, es algo que va a ir ocurriendo durante los diez días de Encuentros, y en cualquier momento que se aborde, esta obra tendrá diferentes configuraciones”, apunta Patxi Araujo, reconociendo que sus palabras “no sirven para describir” La distribución del caos, 2024, porque “esta instalación es también una crítica enamorada al lenguaje, a las palabras, al discurso lógico y racional. La realidad es inabordable, es inasequible, incluso a las palabras”, afirma el artista e investigador navarro, apuntando que “una parte del discurso de la obra es textual, refiere a textos científicos y poéticos –de Borges, escritos con tiza en el suelo–, y de alguna manera los trata, pero a la vez los critica, porque aquello de lo que hablamos lo decimos con palabras, pero las palabras no llegan a definir aquello de lo que hablamos”.
Encuentros en lugares insospechados
Araujo invita a que cada visitante tenga su propia experiencia con la obra, sabiendo que “se va a escapar todo el rato, ni siquiera es abordable desde un punto de vista único”, ha dicho, y ha reconocido aludiendo a sus instalaciones que no le “salen cosas más sencillas”.
En su quehacer artístico, muy vinculado a lo tecnológico, Patxi Araujo intenta un equilibro de interacción entre elementos de índole técnica y elementos de índole poética. Trata de hablar con una estructura de lo que no tiene estructura.
En el caso de La distribución del caos, 2024, “toda la instalación se debe a ese afán por construir vínculos entre distintos”.
“Cualquier situación que propone un encuentro en un lugar insospechado es capaz de generar una apertura de la percepción a otro tipo de ámbitos. Yo me valgo de elementos técnicos porque considero que esa técnica amplifica la posibilidad de contacto, pero entiendo que esa posibilidad técnica no ofertaría nada más que datos si estos no se acompañan de un discurso poético. Ambos elementos son necesarios para generar ese encuentro”, explica a este respecto el artista.
Invoca aquí y ahora el azar y el caos, o, en otras palabras, aquello con lo que soñamos, “eso que no podemos explicar con palabras, que es también lo que enjaulamos, lo que tememos, ignoramos, discriminamos... lo que no asimilamos a nuestro sistema de pensamientos rutinarios”, y esa invocación es también “una crítica contra esa costra de la razón lógica que poco a poco se impone”.