La compañía navarra Inextremis aterrizará en Madrid estas Navidades con su espectáculo El mundo está roto pero se puede caminar, una obra que combina emotividad, reflexión y una cuidada puesta en escena. Escrita por Harkaitz Cano y dirigida por Fernando Bernués, esta producción invita al público madrileño a adentrarse en una historia familiar llena de esperanza y poesía. El Teatro de La Abadía, uno de los espacios más emblemáticos de la escena madrileña, acogerá las funciones de la compañía navarra los días 27, 28 y 29 de diciembre, así como el 2, 3 y 4 de enero.
Este es un “logro significativo” para Inextremis, que “sigue consolidándose como una de las principales referencias teatrales de Navarra”, explican sus responsables. La obra narra la historia de un padre y su hija, que establecen una singular forma de comunicación mediante mensajes en aviones de papel. Tras la pérdida de su madre, la niña encuentra consuelo en la literatura, guiada por una escrupulosa bibliotecaria, percatándose de los lazos entre los libros y la vida. Años después, convertida en escritora, regresa a la biblioteca donde inició su travesía literaria para compartir su historia. Esta producción, “cargada de simbolismo y con una narrativa poética”, lleva el sello “inconfundible” de Inextremis, cuya misión siempre ha sido crear espectáculos que “conecten profundamente con el público”. “Presentar esta obra en Madrid es un paso muy especial para nosotros como compañía navarra. Es una oportunidad de llevar nuestra visión y nuestra pasión por el teatro a un público nuevo”, destacan los miembros de la compañía.
Cruzando fronteras
Bajo la dirección de Fernando Bernués, conocido por “su maestría para crear producciones visualmente impactantes y emocionalmente potentes”, y con un texto que ya ha sido galardonado con el Premio Euskadi de Literatura Infantil y Juvenil en Euskera, esta obra se perfila como “una experiencia inolvidable para toda la familia”.
Conforman el elenco Iratxe García Uriz, Leire Ruiz y Txori García Uriz, y Oier Zuñiga se encarga de la producción.
“En un mundo tan fracturado como el nuestro, esta obra no ofrece soluciones, pero sí plantea preguntas y, sobre todo, un espacio para que el público camine junto a los personajes en busca de sentido entre los escombros”, explica Harkaitz Cano.