“Había mucho tráfico. El chofer, maniobrando, consiguió abrirse paso entre una guagua con racimos de gente colgada de las puertas y un camión. Frenó en seco, a pocos metros de la gran fachada de cristales de la ferretería Reid. Al saltar del taxi, con el revólver en la mano, Antonio alcanzó a darse cuenta que las luces del parque se encendían, como dándoles la bienvenida. Había limpiabotas, vendedores ambulantes, jugadores de rocambor, vagos y mendigos pegados a las paredes. Olía a fruta y frituras. Se volvió a apurar a Juan Tomás, que, gordo y cansado, no conseguía correr a su ritmo. En eso, estalló la balacera a sus espaldas. Una gritería ensordecedora se levantó alrededor; la gente corría entre los autos, los carros se trepaban a las veredas”. Este fragmento corresponde a La fiesta del chivo, novela que Mario Vargas Llosa, fallecido el domingo a los 89 años, publicó en el año 2000 y que narra la planificación y el asesinato del dictador dominicano Rafael Trujillo y lo acontecido inmediatamente después y 35 años más tarde. 

Para muchas/os de las/os expertas/os en la literatura latinoamericana en general y en la trayectoria del escritor peruano, esta es su mejor obra. Aunque resulta muy difícil elegir entre los títulos del autor de La ciudad y los perros, con la que irrumpió en 1963, apuntalando lo que en 1961 había iniciado Gabriel García Márquez con El coronel no tiene quien le escriba y que posteriormente se conocería como el boom de la literatura latinoamericana. Un movimiento con el que también se alinearon grandes como Ernesto Sábato, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos o Julio Cortázar, entre otros.

'La fiesta del chivo' es su obra más redonda, aquella en donde pone en práctica todos los temas que maduró a lo largo de décadas"

Javier de Navascués - Catedrático de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Navarra

Desde la universidad

En palabras de Teresa Imízcoz, directora del centro UNED Pamplona y doctora en Filología Hispánica, La fiesta del chivo es la mejor elección para quien desee adentrarse en la obra de Mario Vargas Llosa, un autor que considera “uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX y parte del XXI, que contribuyó enormemente al llamado boom de la literatura en América Latina, dejándonos obras maestras”.

Coincide con ella Javier de Navascués, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Navarra, que conoció al autor en persona en 2002 con motivo de su visita a este centro. “Es uno de los cuatro integrantes del famoso boom (junto a Fuentes, García Márquez y Cortázar). Su papel de difusor de la literatura latinoamericana en el siglo XX es incuestionable”, afirma. Y escoge también La fiesta del chivo. “Creo que es su obra más redonda, aquella en donde pone en práctica todos los temas que maduró a lo largo de décadas. Esto no quita para que haya dejado otros títulos memorables como La tía Julia y el escribidor o La guerra del fin del mundo. Yo empezaría por cualquiera de ellas y evitaría las últimas, que no añadirán tanto a su producción”, comenta.

Por su parte, Carola Sbriziolo, doctora en Lenguas y Literaturas ibéricas e iberoamericanas y profesora de Literatura Española en el departamento de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad Pública de Navarra, defiende que el escritor fue “un convencido defensor del poder que posee la literatura para descifrar la complejidad y las adversidades de la vida”. En ese sentido, su obra “nos enseña que los actos de escritura y de lectura nos permiten imaginar y anhelar mundos mejores; así, haciéndonos pensar y repensar, la literatura nos inquieta y nos lleva, ya fuera de la ficción, a la acción”

Desde este prisma, “gracias a la eterna tensión entre realidad e invención presente en las artes, la civilización y la humanidad pueden pervivir y progresar”, agrega Sbriziolo, que recuerda cómo el autor de la aclamada La ciudad y los perros “lo expresaba ya en su cuento juvenil Los jefes, ambientado–no creo que sea una casualidad– en un centro escolar, lugar que se convierte simbólicamente en fragua de ese espíritu crítico que hoy en día las jóvenes generaciones necesitan más que nunca”. No en vano, él mismo declaró: “Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”.

"Su prosa rica y fluida y, sobre todo, su capacidad de fabulación, lo convirtieron en un imprescindible no solo entonces, sino también ahora y para siempre"

Susana Rodríguez Lezaun - Escritora

Desde las letras

La escritora pamplonesa Susana Rodríguez Lezaun, directora del festival Pamplona Negra, cree que Vargas Llosa era una figura con cuyas ideas políticas, decisiones personales o forma de vivir “podías estar de acuerdo o no”, pero “es innegable que su literatura colaboró en el encumbramiento de las letras latinoamericanas del siglo XX. Su prosa rica y fluida y, sobre todo, su capacidad de fabulación, lo convirtieron en un imprescindible no solo entonces, sino también ahora y para siempre. Creo que es uno de los narradores más completos de la historia de la literatura”, subrata la autora. Y destaca que “nunca” olvidará La ciudad y los perros. “Durísima, fría, descarnada, violenta. La leí muy joven, siendo una adolescente, y me impactó profundamente, y todavía lo hizo más cuando supe que la historia se basaba en su propia experiencia”, continúa Rodríguez, que recomienda Pantaleón y las visitadoras, La fiesta del chivo o La tía Julia y el escribidor como buenos puntos de partida. 

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Muere Mario Vargas Llosa: su vida en imágenes Archivo/Agencias

Ignacio Lloret, también escritor, opina que Mario Vargas Llosa “ha contribuido a transformar en literatura la realidad latinoamericana del último siglo, a convertir en historias de ficción no solo acontecimientos reales, sino toda una constelación de hechos, situaciones, relaciones y formas de vida vinculadas a la realidad cotidiana de los latinoamericanos del siglo XX y principios del XXI”. A lo que añade: “La literatura de Vargas Llosa alcanza una dimensión global gracias al talento del autor a la hora de indagar en los mecanismos del poder de cualquier sistema político, recrear el funcionamiento de los regímenes de carácter autoritario y reflejar a través de la imaginación la repercusión de esas estructuras represivas sobre los individuos sometidos a ellas”. Lloret también destaca su uso de “una serie de técnicas narrativas modernas que consisten en la simbiosis entre acción, pensamiento y diálogo, en la alternancia entre distintos planos temporales, así como en el abordaje de las historias desde diversos puntos de vista, a través de múltiples voces narradoras”. 

Conversación en la catedral es el título favorito del escritor catalán afincado en Navarra. “Esta gran novela ambientada en el Perú de mediados del siglo XX reúne todos los elementos destacados, tanto en el fondo como en la forma”. Y, por salir de Perú, también recomienda La fiesta del Chivo y algunos de sus libros testimoniales como El pez en el agua, donde “combina capítulos de su vida con otros dedicados al proceso por el cual se convirtió en candidato a las elecciones de su país en 1990”; así como sus ensayos, en particular el que dedicó a Onetti. 

Mario Vargas Llosa será despedido estos días en la intimidad, como quiso. Deja su obra. “Cuando la realidad se vuelve irresistible, la ficción es un refugio. Refugio de tristes, nostálgicos y soñadores”, dijo en una ocasión.