donostia - Un emotivo y multitudinario acto despidió ayer en Donostia a Mariano Ferrer, “un hombre bueno, inteligente, generoso e íntegro”, un periodista “muy inteligente y muy ejemplar para muchos”. Una despedida, un homenaje, que más que sobre la muerte de esta referencia del periodismo guipuzcoano, quiso hablar sobre su vida. Y lo consiguió.

Puntual, como Ferrer levantaba cada mañana la persiana del Kiosko de la Rosi, a las 19.30 horas empezó a sonar la sintonía del programa, el superéxito holandés de principios de los 80 Aurora, del grupo Nova. La emoción empezó a estar a flor de piel en un acto que, como prometió el conductor de la cita, Sabino Ormazabal, terminó siendo, como le había pedido la familia, “como él era: discreto, cuanto más, mejor; nada pomposo, nada de loas”.

“Le costaba decir que no y siempre tenía algo interesante que aportar, nos gustara políticamente o no lo que decía. Preparaba cada intervención como si fuera la primera”, abrió el acto Ormazabal. En una breve intervención, glosó la figura de Ferrer, fallecido el domingo a los 79 años.

“En una de las ocasiones en las que tuve el honor de acompañar a Mariano en estos meses difíciles, quiso dictarme un mensaje para transmitirlo”, avanzó Ormazabal, que leyó lo que, pese a la polarización, era la política para Mariano Ferrer: “Para mí, hacer política hoy es: primero pensar, sobre todo, pensar, se piensa poco; segundo, tratar de obtener una idea clara de lo que conviene hacerlo y cómo; tercero, compartirlo, hacerlo común; cuarto, tratar de que lo debatan en positivo quienes no son aliados y quienes lo son; quinto, ganar la votación para tratar de poner en práctica esa idea, y si se pierde, reflexionar sobre el camino realizado, y vuelta a empezar”.

la profesión A la Aurora que sonó el inicio, Peter Ansorena le contrapuso con el txistu la obra Ilunabarra, antes de que Txema Auzmendi interviniera centrado en el lado profesional de Ferrer -“la credibilidad en su trabajo es lo que resume su forma de ser como periodista, de decir las cosas, de no ir a ver cómo convencía sin más a la gente, como si bastara con su autoridad. Tenía que dar razones y plantear las cosas de una manera que convenciera al oyente”- y también el humano.

El acto siguió con la guitarra de Itziar Zamora, que interpretó San Martin azken larrosa, de Xabier Lete (mugaz harat eramaten duen bidean zehar ibiliz...), y dejar la emoción servida para el cierre del homenaje.

“Es verdad que soñábamos con otro final: el agujero que sentimos como consecuencia de tu ausencia es semejante a todo lo que fuiste, tremendo”, resumió la hija del periodista, Esther Ferrer, que dedicó buena parte de su intervención a agradecer a los más de 300 asistentes -“es muy difícil, muy, decir algo con sentido ante tanta gente y con el listón que dejó el aita tan alto”-, a todos los que contribuyeron a organizar el homenaje, a todo el personal sanitario “por el cariño con el que le trataron” y a “todos los amigos y familiares que, cuando supimos la gravedad de su enfermedad, os ofrecisteis para hacer turnos y acompañar a Mariano tanto de día como de noche, obligando a mi madre a elaborar unos cuadrantes dignos de enmarcar. El aita pasó feliz todas esas horas junto a vosotros”.