Pocas cosas hay más penosas en los grandes eventos internacionales que los delirios de grandeza que a veces les dan a algunas federaciones. Que el Mundial de baloncesto tenga 32 selecciones tendría un pase si, por ejemplo, lo jugaran las 32 mejores del mundo. Pero no, hay que seguir la moda de la globalización, la universalización y el pintoresquismo, y ahí comienza el delirio: solo 12 países europeos para dejar hueco a 5 africanos y 6 asiáticos. En los deportes serios -como el tenis o el rugby- se han inventado los Mundiales B y C para colar a las selecciones que no dan la talla. Pero en el baloncesto no entienden de estas cosas, y luego pasa lo que está pasando: 7 partidos de los 16 de la primera jornada, con victorias por 25 o más puntos, con el récord de los 54 de Lituania a Senegal. Gran espectáculo. Y, mientras, la campeona de Europa, la Eslovenia de Doncic, en casa. Qué disparate y qué desperdicio.