Durante las próximas semanas, cientos de miles de navarros saldarán sus cuentas con Hacienda. Podrán comprobar si, a lo largo del año, han aportado en exceso y, por lo tanto, la declaración les sale a devolver; o, por el contrario, han pagado algo menos de lo que les corresponde y en el saldo final les toca rascarse el bolsillo. Lo que no cambiará es el espíritu del impuesto: los sueldos más altos aportarán la mayor parte de lo que ingresa Navarra vía IRPF.

Y un adelanto: según la propia Hacienda el tipo efectivo real que paga la mayor parte de los navarros apenas ha subido en los últimos años, en contra de lo que aseguran recurrentemente desde la derecha política y empresarial navarra.

Eso sí, la factura de este impuesto es muy superior para quienes declaran ingresos elevados.

De hecho, las 4.344 declaraciones que más ingresos declaran anualmente en Navarra (más de 120.000 euros al año en su base liquidable) suponen solo el 1,2% de las declaraciones. Pues bien, su aportación es indispensable para la salud del impuesto. En 2020, aportaron el 17,7% de la cuota diferencial previa del impuesto. Igual de relevante es la aportación de quienes declaran ingresos de entre 90.000 y 120.000 euros: suponen apenas el 1,5% del total y el 9,3% del impuesto.

Un 9% de los contribuyentes aporta la mitad de la recaudación

Es decir, apenas el 2,7% de las declaraciones a Hacienda aportan más de una cuarta parte de los ingresos totales. Y si en la cuenta se incluye al 6% que declara ingresos de entre 60.000 y 90.000 euros año, la conclusión es aún más visible: menos del 9% de los contribuyentes sujetan casi el 50% del más progresivo de los grandes impuestos.

Disponer por tanto de empresas que abonen salarios altos resulta por tanto para sostener fiscalmente a Navarra. Y los números indican que el número de grandes contribuyentes ha crecido con cierta fuerza en los últimos años: hay un 18% más de contribuyentes con bases liquidables superiores los 120.000 euros que en 2018, un periodo en el que el número total de contribuyentes crecen apenas la mitad.

Esta aportación de los grandes salarios, junto a la recuperación general del empleo y a su mantenimiento en la pandemia, ha resultado por tanto fundamental para impulsar la recaudación de Navarra vía IRPF, que ha crecido más de un 23% en los últimos cuatro años. Son en cualquier caso las rentas del trabajo las que más han aportado en este sentido: los ingresos del IPRF vía capital (aquellos que se pagan por el cobro de dividendos o rentas, por ejemplo), apenas han aumentado un 7% en el mismo periodo.

Este crecimiento en la recaudación se ha conseguido además sin grandes subidas en los tipos efectivos que pagan los contribuyentes, sobre todo en el caso de las rentas medias y bajas. Los datos de los últimos años sí recogen un cierto aumento de la presión fiscal para los salarios más elevado, si bien ha sido muy contenido y casi inapreciable para los contribuyentes con bases liquidables inferiores a los 180.000 euros.

En total, el tipo efectivo (cuota diferencial previa respecto a la base liquidable) ha pasado del 14,38% del año 2016 al 15,68% de la declaración del año pasado.

Este crecimiento de 1,3 puntos se sostiene en los tramos más altos de renta. Es el caso, por ejemplo, del centenar de contribuyentes que ingresa más de 600.000 euros al año (jugadores de Osasuna, un grupo selecto de altos directivos y algunos empresarios) que han pasado de pagar un 27% a superar el 33% en el último año. Este incremento en la presión fiscal también se observa en el resto de tramos con ingresos elevados, pero de modo mucho más contenido: en la mayor parte de los casos, el tipo medio real que pagan a Hacienda apenas ha crecido un punto.