“Desde pequeño siempre he pasado mis vacaciones en la granja”, ha confesado Asier Palomares, un joven de 20 años, oriundo de Etxarri Aranatz.

Aspira a convertirse en ganadero y ha formado parte del curso de primera instalación que ha impartido la sociedad pública INTIA los últimos meses en Villava/Atarrabia. Al final, 26 personas, entre futuros agricultores y ganaderos, han concluido el programa, y de todos ellos, Asier ha sido el más joven.

Afronta con ilusión este proyecto de relevo generacional de una granja de ovejas Assaf y de vacas pirenaicas, que dirigen su madre Cristina y su tío Juan Mari.

Sin embargo, en todo momento ambos le han querido quitar de cabeza su idea de seguir con este negocio. “Me insisten en que esta profesión es muy sacrificada, en la que hay que invertir muchas horas”, ha contado.

“Una trabajo duro”

Además, actualmente tanto su madre como su tío se reparten el trabajo para llevar 600 ovejas y 20 vacas; pero en el momento en que ambos se jubilen, Asier se quedará solo al frente de la explotación. Por ese motivo, su familia le ha repetido una y otra vez que se lo piense antes de dar el paso. Pero este joven está muy convencido de lo que quiere hacer. “Desde pequeño me he criado entre ganado, y me gusta”, ha reiterado.

Por el momento continuará desarrollando esta labor junto a Cristina y Juan Mari para aprender de ellos. “Con su experiencia, podré ponerme al frente del negocio”, ha manifestado.

Apuntarse al curso

El benjamín de la promoción decidió participar en este curso para obtener más conocimiento del sector de la ganadería. “Hemos aprendido dónde destinar las ayudas que nos otorgue el departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente como joven ganadero que se va a instalar”, ha dicho. Además, INTIA les ha enseñado a diversificar el negocio. En estos momentos, su granja vende la leche a mayoristas y la carne la destinan al matadero. Sin embargo, existen otras alternativas como “venta directa de carne, de leche fresca o de queso elaborado”, ha citado.

Apenas visita la ciudad

Asier huye de emplearse en una fábrica, ya que no es amigo de horarios fijos. “En una granja eres tu propio jefe y tienes todo el día para realizar las tareas”, ha confesado. Además, siempre ha vivido en Etxarri Aranatz, pueblo “único” para él, que cuenta con todo tipo de servicios y suma unos 2.500 habitantes. “Apenas me desplazo a la ciudad cuatro veces al año”, ha concluido su relato.