A mediados del siglo pasado, con el descubrimiento del sistema de compatibilidad sanguínea AB0 y el del Rh, la transfusión sanguínea se convirtió en una terapia médica de éxito, cada vez más demandada y que contribuía a salvar la vida de miles de personas.

La evolución de la seguridad transfusional y la investigación médica, han hecho que hoy en día la transfusión siga siendo una terapia imprescindible para nuestro sistema sanitario que parece no tener límite.

La sangre no se puede fabricar y su obtención sigue dependiendo de personas generosas, comprometidas y solidarias: los donantes de sangre. Personas con la empatía suficiente para entender que ese preciado líquido es imprescindible para la vida y la salud de muchos pacientes.

A lo largo de todos estos años, la forma de donar, de ver la donación y el uso que se hace de la sangre ha cambiado y sin duda seguirá cambiando para adaptarse a las necesidades de cada momento.

La cirugía moderna ha logrado ahorrar muchas unidades de sangre en los quirófanos, ya no se consumen tantos glóbulos rojos pero, sin embargo, los tratamientos oncológicos y de otras enfermedades han hecho que se dispare el consumo de otros componentes sanguíneos.

En este momento, la realidad es que se necesitan menos glóbulos rojos, pero más plaquetas y plasma que mayoritariamente se consiguen mediante el fraccionamiento, en el laboratorio del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra, a partir de unidades de sangre total.

El incremento en la demanda de fármacos derivados del plasma humano ha hecho que esta balanza se desequilibre y que a fecha de hoy en todo Europa se precise incrementar lo más rápidamente posible las donaciones de plasma.

De este componente, se obtienen medicamentos imprescindibles para la vida de muchas personas: albúmina, factores de coagulación e inmunoglobulinas y ningún país europeo, ni nuestra comunidad, obtiene plasma suficiente para cubrir las necesidades de estos medicamentos.

¿Cómo conseguimos estos fármacos que necesitan nuestros pacientes? Hasta ahora comprándolos directamente a los laboratorios que los producen.

El problema es que la escasez de plasma es mundial y por tanto la fabricación de estos medicamentos se puede ver comprometida quedando su precio, además, al albur de los mercados.

La mayoría del plasma a disposición de la industria farmacéutica se obtiene en países donde hay personas que lo venden, lo cual choca también con la visión de donación altruista y voluntaria que por convicción y ley tenemos en Europa por considerar que el cuerpo humano y cualquiera de sus componentes, no tiene precio y no debe ser objeto de mercantilización.

La venta de plasma conlleva que sean las personas más desfavorecidas económicamente las que se ven obligadas a venderlo, lo cual, no nos parece del todo ético, es menos seguro, tampoco garantiza el abastecimiento y abre las puertas a la remuneración de cualquier otro “producto” de origen humano. ¿Dónde ponemos el límite? ¿en el plasma?, ¿en la sangre?, ¿en otros tejidos como la médula ósea?, ¿en los órganos? Y llegados a este punto es obvia la pregunta final ¿serán estos medicamentos, transfusiones y/o trasplantes para quien los necesite o para quien los pueda pagar?

La única forma de conseguir donaciones suficientes para intentar avanzar en el camino de la autosuficiencia de este componente sanguíneo es incrementar las donaciones de aféresis sin abandonar la donación de sangre total y poder atender tanto las necesidades hospitalarias como el envío de plasma a la industria y así asegurar los medicamentos que muchos pacientes necesitan en nuestra comunidad.

Es necesario que como donantes de sangre contemplemos el paso a la donación de tipo aféresis o intercalar donaciones de sangre con donaciones de plasma o plaquetas, en la seguridad de que el Banco de Sangre y Tejidos de Navarra estará siempre y en todo momento, velando por nuestra salud y la de las personas que recibirán este regalo que hacemos.

Somos conscientes de que la solución requiere cambios importantes y ayudaría conocer el estado del consumo de medicamentos derivados del plasma humano en Navarra, el grado de autosuficiencia y el horizonte al que se desearía llegar a medio plazo.

Hoy por hoy la industria farmacéutica no cree que esa aproximación a la autosuficiencia se pueda lograr en Europa y presiona por implantar un sistema de venta de plasma, similar al de Estados Unidos.

Nosotros, como donantes, consideramos que lograr ese importante número de donaciones de plasma de forma altruista, no sólo es posible, sino necesario.

Este objetivo se puede lograr con el compromiso de los diferentes sistemas públicos de salud, el consumo responsable de estos medicamentos y buscando acuerdos con la industria farmacéutica.

Los donantes de sangre siempre estaremos ahí.