como cada año, la Semana Santa dejó en la Ribera un reguero de imágenes e instantes relacionados con las tradiciones de la zona. La bondad meteorológica añadió participació a los actos más emblemáticos del periplo ribero que, pese a simbolizar el dolor, se vivió en la calle con un claro acento festivo. Los actos de la comarca que volvieron a acaparar la mayor atención turística fueron la procesión del Santo Entierro de Corella, la Bajada del Ángel y el Volatín de Tudela, la captura del Judas de Cabanillas y las representaciones vivientes de la Pasión de Tudela y Milagro. Cabe destacar la respuesta a otras citas con menos recorrido temporal, como la procesión del Encuentro de la capital ribera, que este año se celebró por cuarta vez, o la del Santo Entierro de Castejón, que se celebró el Jueves Santo y que se recuperó en 2013 con tres imágenes, después de 50 años sin haber salido a la calle. Además, en Tudela, la rompida de la hora va haciéndose un hueco el jueves, haciendo de arranque oficial de los actos centrales y animando el centro y la actividad hostelera por la mañana.
anecdotario La Semana Santa de la Ribera pasará a la memoria, entre otras muchas cosas, por las pequeñas anécdotas sucedidas en los actos que, a pesar de partir siempre de un mismo patrón, se ven enriquecidos por los cambios espontáneos de las circunstancias. Así, en la Bajada del Ángel, la nota distintiva, además de la excelente actuación de Alba Garde, fue la entrada al templete y la caída del velo negro de la Virgen, al deslizarse del hombro de la niña. Menos amable fue lo ocurrido en el Judas de Cabanillas, donde por segundo año consecutivo, el protagonista acabó lesionado después de una pirueta en su huida de los romanos. El Volatín se anticipó a lo establecido y los ropajes del monigote se quemaron antes del volteo.
Por lo demás, las fiestas transcurrieron sin incidentes y culminaron con un lunes de Pascua dedicado al descanso.