Entre los valles pirenaicos de Roncal y Salazar contaron en 2019 nueve nuevos nacimientos. La suma es corta y sin llevadas: Isaba 2, Roncal 1 y Urzainqui, 1. Son los pueblos roncaleses agraciados. Ochagavía con 4 y Ezcároz con 1 cuentan los 5 nuevos salacencos. Por el contrario, el mismo año la suma se alarga con las defunciones: 18 en Roncal y 25 en Salazar.En total, entre los dos suman una población de 2.623 personas empadronadas. De ellas, 1.275 corresponden al Valle Roncal y 1.348 al de Salazar, según los datos publicados en el BON el pasado 18 de febrero. Como el resto de los valles pirenaicos, sufren la amenaza de la despoblación. En las dos últimas décadas, el Pirineo navarro ha visto reducir su población un 23% y hoy cuenta 5.010 habitantes.

En este tiempo, en el caso de los valles de Roncal y Salazar, según los últimos datos facilitados por el Gobierno de Navarra, los municipios de Uztárroz (Roncal) y Güesa (Salazar) han perdido más del 40% de su población. Uztárroz ha pasado de 242 a 151 habitantes y Güesa de 72 a 38.

La misma línea descendente siguen el resto de municipios, siendo Burgui y Urzainqui los que menos pierden en Roncal; y en Salazar, Ezcároz, Oronz e Izalzu.

"Una cosa es el padrón y otra las personas que vivimos en el valle, que no llegaremos a 800" , afirma Jone Alastuey García, presidenta de la Junta del Valle de Roncal.

En el vecino Salazar, su homólogo Pedro Mascaray Navarro habla prácticamente de la misma cifra. "El 60% habitan", lo que equivale más o menos a otras 800 almas. Y es una población envejecida.

Trabajo, comida y techo

Entidades locales y Gobierno vienen trabajando para revertir la tozuda realidad. Lo hacen conjuntamente, impulsados por el movimiento asociativo del territorio pirenaico que dio la voz de alarma para invertir la tendencia y poner freno a la despoblación.

"Somos cada vez menos. La gente que viene no cubre a la que se va, pero el arraigo es un buen síntoma y que vengan de fuera es riqueza. Guardamos la esperanza de poder revertir la situación y valoraremos todo lo bueno de vivir en el Pirineo". Son reflexiones de Jone Alastuey.

El presidente de la Junta salacenca, Pedro Mascaray, dice: "Por cada uno que nace, mueren tres. Este es el futuro que nos espera si no somos capaces de cambiar la tendencia. De todas formas, un niño que nace nos genera muchísima ilusión".

Son realistas y muestran confianza: creen que las Juntas de Valle y la Mesa del Pirineo están haciendo un trabajo importante para solucionar el problema. "Lo vemos con esperanza y positivismo aunque sabemos que es un proceso largo y lento", añaden. Agradecen la escucha del Gobierno y confiesan sentirse encantados con estar en su agenda. "Es preciso trabajar en coordinación con los diferentes departamentos, sin olvidar la necesidad global de la Navarra vaciada y su diversidad", matiza la roncalesa.

"La situación apremia. Yo pediría a la Administración que agilice la burocracia y no frene los proyectos de emprendimiento para que no se abandonen. Estamos intentando mantener al enfermo que cada vez tiene más años y se nos puede morir", expresa el salacenco.

Empleo, vivienda y conectividad en este orden son, a juicio de Alastuey, las claves para afianzar población. "La vivienda es fundamental. La gente quiere venir, pero no hay casas en venta y si hay, son a precios astronómicos. Hay que intervenir y buscar financiación", declara.

En este sentido, los dos valles colaboran con el Gobierno elaborando un censo de viviendas vacías para ofertar a la posible demanda. "Hay que favorecer a quien habita. Trabajamos en una campaña para potenciar el consumo del valle y respaldar a sus habitantes", anuncia Mascaray.

En materia de empleo, señala Jone Alastuey, el emprendimiento es necesario y pide a la Administración "que no desmotive y que elimine los obstáculos". Finalmente, defiende la conectividad pero no a cualquier precio. "Es un derecho reconocido por la UE y no es justo que las pequeñas entidades tengamos que hipotecarnos, "Hace que nos sintamos ciudadanos de segunda".