Cuando comenzaron sus ensayos en la Escuela Navarra de Teatro, Ane Sagüés y Cristina Tomás tocaban el telefonillo para que les abrieran la puerta y, en cuanto entraban, siempre les decían que “ya están aquí las nenas”. Por cachondeo o por repetición, creyeron que ese nombre era el que mejor definía a una compañía creada por dos jóvenes que aman el teatro, que tienen los objetivos claros y que les gusta jugar en todo lo que hacen.
Ane y Cristina se conocieron en el Laboratorio de teatro William Layton de Madrid, pero no fue hasta 2021, momento en el que habían vuelto a sus respectivos pueblos (Etxauri y Almansa, cuando retomaron el contacto vía online y decidieron crear una compañía de teatro. Dio la casualidad de que en ese momento salió la convocatoria para el Festival de Olite y Ane le propuso a Cristina que prepararan una residencia para presentarla al festival. “La dramaturga Eva Mir nos cedió uno de sus textos, pero al final lo redactamos nosotras. Teníamos la necesidad de generar nuestro propio lenguaje, así que pensamos que si ya estábamos modificando la versión original, ¿por qué no partir de nosotras mismas y de nuestras vivencias”, explica Ane. Y de esto surgió en 2022 Ramos y gramos, su primera obra.
Después de esa primera experiencia teatral, Las nenas apostaron por una idea que Ane le comentó a Cristina en su primera visita a Almansa: “Cuatro años antes del estreno de la película protagonizada por Margot Robbie, hablamos de hacer una deconstrucción de la Barbie; de una mujer guapa, con un cuerpo normativo y perfecta en todo lo que hace. De alguna manera, queríamos que se desmontara a sí misma en todos sus aspectos vitales”, cuenta Cristina. En ese momento, aparecieron algunos de los grandes temas que reflejan la identidad de la compañía: la violencia estética y la dictadura de la imagen. “Hay una necesidad social de que tenemos que maquillarnos, prepararnos e identificarnos con una forma de vestir y de ser que pueda gustar en redes”, apunta Ane. Bajo esta sinopsis nació Torcidxs, un proyecto con el que abrazaron las violencias que habían vivido “por el simple hecho de estar torcidas. Yo tengo escoliosis y he llevado corsé durante toda mi vida y Ane tuvo una operación de mandíbula bastante importante. Hemos tenido siempre en mente la idea de estar rectas, de aspirar a una belleza imposible que se ha transformado en vivir sometidas a nuestra imagen”, señala Cristina.
Después de actuar en Beire como consecuencia del Festival de Teatro de Olite, llegaron al Centro Huarte, donde les dieron una residencia en el espacio escénico y realizaron una exposición que luego utilizaron como sala de ensayo abierta al público. “Hemos ido probando distintos lenguajes en relación con los espectadores; qué les provoca, cómo transformarlos, etc. Así, rompimos un poco la jerarquía de yo como intérprete te cuento algo, mientras que el público recibe información ”, explica Ane. Y diez meses después de haber trabajado en ese espacio escénico, Las nenas se cansaron de la estética y optaron por cambiarlo de acuerdo con la esencia de lo que va a ser su tercera obra.
Como novedad para este nuevo proyecto, han optado por incorporar canciones que ellas mismas están produciendo junto con Haialiah de cara a su residencia en el festival BAD de Bilbao en agosto “Queremos hacer un evento de presentación de disco. Atraemos a un público que prefiere al concierto antes que el teatro, así que vemos ese evento como una aproximación a lo que se va a ver representado”, dice Cristina entre risas. “Y también está el tema de que queremos ser estrellas del pop, y es muy difícil serlo si nos dedicamos al teatro. Nos inventamos cosas para poder hacerlo todo”, menciona Ane.
Por otro lado, Las nenas no solo se creó como una demostración amorosa hacia el teatro, sino como un acto de rebeldía en contra de las formas y técnicas tradicionales que habían aprendido en la escuela. “He tenido que escuchar muchas veces en mi vida como actriz que me comporto de forma violenta en el escenario, y si eso es lo que incomoda voy a trabajar desde ahí. En esta compañía somos todo aquello que no nos han dejado ser”, cuenta Ane. Por su parte, Cristina se ponía muchos baches en el momento de encontrarse en un escenario: “No vocalizaba, y me bloqueaba en escena porque necesitaba hacerlo todo bien. Ahora acepto que mis debilidades me hacen fuerte”, concluye. Liberadas de todas las ataduras de perfección que les exigían, Las nenas se han torcido y juegan a triunfar en el mundo del teatro.