"Dar un nombre a un lugar es infundirle un alma”, dice José Luis Erdozia Mauleon (Etxarri Aranatz, 1956), la frase no es suya pero resume lo que piensa. Lo cierto es que la toponimia ha formado parte importante de sus investigaciones y de hecho, forma parte de la comisión de dialectos de Eukaltzaindia. Ahora acaba de publicar Burunda. Historia eta toponimia, libro que presentó el domingo en la parada en Altsasu de la VIII Feria de la Edición de Navarra.
Se trata de un exhaustivo trabajo que amplía la toponimia oficial de este valle formado de oeste a este por las localidades de Ziordia, Olazti, Altsasu, Urdiain, Iturmendi y Bakaiku. Son 1.902 topónimos en total, 405 más que los recogidos hasta ahora, el 27%. En esta búsqueda han sido fundamentales los informantes de las seis localidades representados en la dedicatoria del libro por los dos más longevos: Pedro Migel Kintana Ondarra, de Bakaiku, y Santiago Zelaia Urrestarazu, de Altsasu; dos personas que representan a otras muchas que a lo largo del tiempo, han cuidado de que no se pierda este tesoro y a quienes Erdozia agradece su ayuda.
El libro se publica cuando se cumplen algo más de tres décadas desde que se recogió la toponimia del valle de Burunda en dos libros: el noveno y el décimo de la colección Nafarroako Toponimia eta Mapagintza (1992), dirigida por Jimeno Jurío. “En estos más de 30 años he visto que en las colecciones de toponimia oficial no se recogen todos los que conocen los vecinos y vecinas. Para que no se pierdan, como ha sucedido con otros, los he recogido en este libro”, apunta.
Al respecto, destaca “la pervivencia a través de siglos de la memoria colectiva de los diferentes pueblos de la Burunda, que a pesar de los grandísimos cambios en la forma de vida que se han producido, han sabido mantener y cuidar el alma de su territorio. Y no debe ser casualidad que los pueblos donde el euskera ha sido el vehículo de comunicación habitual hasta bien entrado el siglo pasado por lo menos, sean los que más número de topónimos han conservado”. Asimismo, incide en que esta colección parte de la toponimia oficial como base pero que se amplía con mapas, documentos y nuevos topónimos contrastados. De no ser así, van marcados con un asterisco
A lo largo de 688 páginas, el libro se estructura en seis capítulos. Comienza con la historia del valle de Burunda desde el siglo XIII al XIX, desde la constitución de valle en 1208, cuando el rey Sancho VII el Fuerte concedió el fuero a los habitantes de este valle, en la denominada frontera de malhechores, hasta su desmantelamiento como unidad administrativa por la reforma municipal que trajo consigo la creación de los ayuntamientos. No obstante, la primera referencia escrita que ha encontrado se remonta a 717. El segundo capítulo es sobre la toponimia del valle en general, con una lista de genéricos, es decir, partes integrantes del topónimo que se repiten en prácticamente toda la Burunda: arrubi, auntzetxe, bizkar, ferrila, igurai, ganbela o zidar. También topónimos repetidos: barga, gerba, basabea, iturfe, tufadi, madura o infarnuerreka entre otros.
El tercero es sobre los topónimos de la parte occidental, es decir, de Ziordia, Olazti y Altsasu, y el cuarto de la oriental, Urdiain, Iturmendi y Bakaiku. En todos los casos, comienza con la etimología de cada pueblo y continúa con información geográfica, despoblados, lista de topónimos con explicaciones sobre la pronunciación, del informante, ubicación, partes y significado, documentación y propuestas de oficialización. Además, propone seis paseos toponímicos, uno por localidad, que es el que cada uno de los informantes ha diseñado.
El quinto capítulo recoge diferente documentación, planos incluídos, relacionada con los lindes de la parte oriental de Burunda, y el sexto es un listado toponímico por pueblos y por orden alfabético.