Las plantas de biogas en la Ribera
Fundación Sustrai analizó en Tudela la llegada de nuevos proyectos de tratamiento de basura y lodos, públicas y privadas
“¿Como funcionará la planta de la depuradora de Tudela? ¿Se va a poner o no la planta de fangos de Tudela para biometanizar y qué se va a hacer después con los residuos que salgan de esa planta? Ese proyecto no existe y eso vulnera la legislación ambiental porque no podemos saber qué van a hacer con los digestatos. Así no se puede saber si va a haber impacto o no”. Éstas son algunas de las preguntas y reflexiones sobre la futura planta de tratamiento de lodos de Nilsa en Tudelaque explicaron esta semana integrantes de la Fundación Sustrai y el colectivo 3R, Martín Zelaia y Jesús Arbizu en Tudela. En la mesa redonda se trató el tema del boom que se ha despertado en Navarra con la instalación de nueve plantas de biogas desde 2006, de las que tres ya están en funcionamiento (Culebrete 35.000tm/año, Caparroso 310.000 tn/año y Cabanillas 56.500 tm/año) y otras seis están en proyecto (Valtierra, Cortes, Tudela, dos en Murillo el Cuende, y Funes). De todas ellas, la presión popular ha conseguido que el Ayuntamiento de Mélida rechace la instalación de la de BioRig Energy, que estaba prevista entre Rada y Murillo el Cuende, una de las más grandes con un tratamiento de 198.000 toneladas al año, “es un nuevo negocio, una burbuja como fue la inmobiliaria y las placas solares o los molinos y que en algún momento va a estallar”, indicó Zelaia.
De todas estas plantas solo hay dos públicas, la de Nilsa, prevista en Tudela, y la de la Mancomunidad de Residuos de la Ribera, en el Culebrete, que en realidad su gestión es privada, en manos de FCC. Entre los asistentes había representantes del Ayuntamiento de Tudela (de UPN, además del alcalde, Contigo Tudela y PSN) y alcaldes de otras localidades.
Público/privado
El total de las toneladas de basura y lodos que se tratarían para obtener gas, sumando todas, superaría el millón de euros al año, si bien existen algunas diferencias. Las privadas buscan obtener beneficio económico trayendo y buscando basura para tratar en la planta, mientras las públicas tienen como objetivo buscar la reutilización y la economía circular, si bien desde Fundación Sustrai dejaron claro que el modelo que se va a instalar en Tudela no es el más aconsejable ya que la basura debería ser tratada por territorios y no en grandes instalaciones. “Lo que hay que hacer es no agrupar en grandes Mancomunidades, gestionarlo de una forma local y que nos sintamos partícipes y responsables de lo que está pasando. En Navarra va a haber dos grandes entes, uno que tratará toda la zona de Pamplona y del Norte y otra la de Tudela con el 40% de los lodos de Navarra”, explicaron desde Sustrai, “al tratarla en grandes cantidades perdemos la visión de la necesidad de gestionar lo que nosotros mismos producimos, nos desentendemos de ello”.
Sobre este aspecto afirmó que la aplicación del digestato en forma de fertilizante sobre la tierra no genera tan malos olores como el vertido directo de los purines en los campos, como se ha en muchos cultivos.
Planta de Nilsa
En este sentido llamaron a volver a la antigua agricultura y no profundizar en la agricultura industrial que lleva al uso de fertilizantes “hay que desmontar macrogranjas y la agricultura industrial, que nos la ha traído la PAC y la legislación del Gobierno de Navarra, Hacer eso significa desmontar el capitalismo y la obsesión con el crecimiento”.
“Si lo hacen bien no habría impactos pero si lo hacen mal puede haber impactos muy grandes. El residuo final no es malo que fertilice los campos, en cantidades determinadas y controlando las analíticas para que no contengan metales pesados”.
Entre las pegas que señalaron a la planta de Tudela fue su instalación en zona inundable (ya lo está la actual EDAR construida por UPN) y el aumento en el tráfico de camiones por traer el 40% de los lodos de Navarra, si bien no se analizó la diferencia entre el tráfico que genera el traslado que se hace actualmente a Pina de Ebro (donde se lleva tras pagar un canon) y el que se haría a Tudela para el mismo tratamiento.
En este sentido recordaron la moratoria que se pidió sobre la construcción de nuevas plantas de biogas y que el propio Gobierno de momento ha detenido, al tiempo que llamaron la atención sobre la imposibilidad de que la tierra pueda absorber el uso de tanto digestato (fertilizante) como el que se va a producir “no desaparece ni el nitrógeno ni el fósforo de la materia orgánico y eso en grandes cantidades quema la tierra. Por eso los residuos del digestato tiene que estar mucho tiempo almacenado y usarlo una vez al año, no más. Es imposible que los suelos de la Ribera puedan absorber todo el fertilizante que se quiere crear”. Con respecto a la prevista por Nilsa explicaron “si lo hacen bien no habría impactos pero si lo hacen mal puede haber impactos muy grandes. El residuo final no es malo que fertilice los campos, en cantidades determinadas y controlando las analíticas para que no contengan metales pesados”, dijo Zelaia.
Desde la Fundación Sustrai acusaron a la Mancomunidad de Residuos de estar incumpliendo la ley ya que “la planta tenía una depuradora para después meterlo al cauce público, pero como no funcionaba se la quitaron"
El Culebrete
Entre las plantas que están en funcionamiento, desde Sustrai llamaron la atención sobre las ilegalidades de la de El Culebrete y la de la macrogranja de Caparroso. Con respecto a la primera fueron muy críticos y acusaron de estar incumpliendo la ley ya que “la planta tenía una depuradora para después meterlo al cauce público, pero como no funcionaba se la quitaron. Todo el liquido que sale de los restos orgánicos lo separan y lo vuelven a meter al principio de la cadena para que se puedan biometanizar. Es un circulo cerrado que cada vez se carga más de contaminantes y la biometanización no puede funcionar”.
Explicaron que el digestato que se obtiene al final del proceso en la planta sale contaminado ya que meten muchos productos no orgánicos que contamina el producto final y que tampoco se obtiene mucho gas “se emplea para hacer electricidad y el residuo final, el digestato sólido y líquido está tan contaminado que hay que enterrarlo de nuevo”. De hecho recordaron que ya en 2013 se produjeron vertidos de lixiviados en la Balsa del Pulguer por el que una vecina denunció a la Mancomunidad por la muerte de varias ovejas. “A la empresa privada que gestiona El Culebrete, FCC no le interesa que haya menos residuos, que tendría que ser el objetivo de la Mancomunidad, de hecho la Mancomunidad se caracteriza porque no ha hecho un a un plan adecuado para reducir sus residuos, otras al menos lo intentan”, señalaron.
Con respecto a Caparroso recodaron que genera 310.000 toneladas de residuos al año cuando en el proyecto inicial eran más de 100.000, “ha contaminado los acuíferos y en la zona de Marcilla legó a zonas protegidas del río Aragón que aún no se han recuperado”.