l último jueves de agosto el Casco Viejo de Pamplona recibe a miles de jóvenes universitarios que se reencuentran con unos cuantos potes después de varios meses de vacaciones. Sin embargo, el jueves pasado Pamplona no estuvo de bote en bote, ni mucho menos: las terrazas de la Plaza del Castillo a medio gas, la Estafeta con buen ambiente únicamente en los exteriores y Navarrería casi desangelada. Además, los que se animaron a salir lo tuvieron que hacer con mascarilla y sabiendo que a partir de la medianoche los establecimientos prohiben el acceso de nuevos clientes. Un juevintxo con toque de queda.

En Estafeta, el Bar Zanpa era de los pocos que presentaba buen ambiente tanto en el exterior como en el interior. A pesar de ello, reconocían que debían de estar con "un poquito más de gente, pero la situación actual es cortante".

Juan Arbizu y dos amigos, David y Pablo, bebían unas cervezas en el interior del Zanpa: "Tomaremos unos cuantos potes y después daremos una vuelta, pero no nos iremos muy tarde", comentó Juan. Los tres amigos reconocieron que era "un poco raro" salir de juevintxo con mascarilla, pero aseguraron que era "lo que toca. Ya llevamos tiempo así y estamos adaptados.

Juan Carlos Oroz, dueño del restaurante sidrería Chez Belagua, afirmó que estaban "con muchísimo menos trabajo" del que estaban acostumbrados a tener a finales de agosto. "En las vísperas de comienzo de curso teníamos a muchísima gente joven que se reencontraban de juevintxo. Hoy no tiene nada que ver", aseguró.

Navarrería estaba prácticamente desangelada. No se vio a ninguna persona sentada alrededor de la fuente, una estampa hasta hace poco habitual, y la mayoría de gente consumía en el interior de los locales.

Aritz Huarte, que disfrutaba de unas cervezas con su cuadrilla en el Mesón de la Navarrería, se sentía "muy raro" porque "uno espera llegar a estas fechas y ver lo viejo repleto de jóvenes. Estos días Iruña vuelve a tener la actividad que pierde después de San Fermín". Aritz añadió que la mascarilla no les "echa para atrás" porque "disfrutamos mucho echando potes".

El lunes 17 de agosto el Gobierno de Navarra aprobó un decreto ley foral que, entre otras medidas, adelantaba el cierre de los establecimientos de hostelería a la 1 de la mañana y prohibía el acceso de nuevos clientes a partir de la medianoche, tanto en el interior como en las terrazas.

José Luis López, encargado del bar restaurante Zanpa, comentó que esta nueva restricción no les afectaba mucho porque "trabajamos más por el día que por la noche. Nos quita muy poca clientela, los que después de cenar se quedaban a tomar su copichuela, pero la gente se ha concienciado de que tiene que cenar un poquito antes".

En la misma dirección apuntaba Juan Carlos Oroz: "En la parte del bar a esa hora prácticamente nuestra clientela ya no está. Sí que en el comedor es un horario donde la gente puede estar de sobremesa y con la nueva normativa tienen que abandonar el local antes".

Txus Pellicer, camarero del Mesón de la Nabarreria, señaló que no les afectaba "tan específicamente como a los bares con las licencias de noche, pero algo sí porque trabajamos parte de esas horas". Txus enmarcó las nuevas medidas dentro "de lo que creemos que es una criminalización del sector hostelero. Las restricciones nos están haciendo mucho daño, pero, bueno, es lo que toca y acatamos".

La mayoría de personas que estaban de juevintxo se habían adaptado a la nueva restricción. "No nos queda más remedio. Está siendo un verano de estar más con los tuyos, amigos y familia, sin juntarte con mucha más gente. Este año estamos yendo más al monte o a los pueblos", confesó Aritz.

El decreto foral del 17 de agosto también prohibió el consumo de tabaco si no se puede respetar una distancia interpersonal de dos metros.

Los hosteleros creían que los fumadores estaban aceptando la medida sin excepción y que "no está habiendo ningún problema. El que quiere fumar se levanta, se va a la pared de enfrente y se enciende su cigarrito", resumió José Luis.

El Chez Belagua, sin embargo, creía que era una medida "muy difícil" de llevar a cabo porque "contamos con el handicap de que Estafeta es una calle estrecha por la que pasa mucha gente. Entonces, aunque entre los clientes y las mesas haya más de dos metros de distancia, la gente que pasa por la calle lo hace a menos de dos metros. Por lo tanto, el cliente ese tampoco podría fumar".

Los fumadores entendían la medida: "No me importa separarme, fumar en un momento y volver", indicó Carlos.

Las terrazas vuelven

a estar más concurridas que el interior de los establecimientos, con muy poca afluencia

Los locales cerraron a la hora prevista, 1 de la madrugada, con las calles del Casco Viejo vacías a esas horas

"Las nuevas restricciones nos están haciendo daño, pero es lo que toca y acatamos "

Mesón de la Nabarreria

"La gente que quiere fumar se levanta de la mesa, va a la pared y se enciende su cigarrito"

Encargado del Bar Zanpa