Las alertas sobre el cambio climático parecen quedar reducidas al ámbito de las conferencias internacionales y a lo plasmado en unas conclusiones que acaban quedando en papel mojado porque los estados que más emisiones lanzan a la atmósfera o no pueden o no quieren abordarlas en toda su integridad.

Basta con acumular unas décadas de vida sobre el planeta para constatar de primera mano no solo las alteraciones en el clima, también sus efectos perniciosos así como las catástrofes provocadas por los mismos en forma de incendios, inundaciones, sequías, olas de frío y de calor… Ahora es la falta de agua, la alteración en el régimen de lluvias, lo que ha disparado las alarmas; pero la inquietud viene de atrás porque no son pocas las comunidades que llevan semanas observando cómo cae el volumen de agua almacenada en los embalses, en ocasiones hasta dejarlos casi vacíos.

Esa tensión climática se traslada al ser humano y a sus diferentes formas de vida y de actuación. Y así, debe hacer frente a periodos de hambruna en algunas zonas del globo, en particular en los territorios menos desarrollados, mientras que en países más avanzados el problema surge por un encarecimiento de los productos debido también a su escasez, bien por los destrozos causados por tormentas que arruinan las cosechas o los derivados de la falta de agua.

Las perspectivas, a la luz de los datos recogidos, no son buenas; la temperatura media mundial en 2022 subió 1,15 grados centígrados respecto al promedio del periodo preindustrial (1850-1900) entre 2015 y 2022, que ya son los ocho años más cálidos en la Tierra desde que comenzaron los registros, y los efectos del cambio climático se multiplican, según la Organización Meteorológica Mundial. En su informe sobre el Estado del Clima Mundial 2022, analiza indicadores climáticos fundamentales, como la temperatura, los gases de efecto invernadero, el aumento del nivel del mar, la acidificación y el calor en los océanos, el hielo marino y los glaciares y destaca también los impactos del cambio climático y sus repercusiones en el planeta.

En concreto, señala que 2022 fue el quinto o sexto año más cálido a nivel global –fue el más caluroso de la historia en España y en Europa–. El trabajo de la OMM explica cómo sequías, inundaciones u olas de calor afectan a cada vez más zonas y cómo sus costes económicos y sociales son cada vez mayores. Un panorama desolador.