El Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC) estima que el turismo en el Estado crecerá en los próximos diez años un 2,4%, el doble que la economía del país. El dato revela hasta qué punto la demanda turística ha crecido desde que concluyó la pandemia y lo seguirá haciendo en el futuro. El imparable crecimiento de visitantes, un fenómeno que se registra a lo largo y ancho de decenas de países del mundo, se ha acentuado en los últimos años y este 2024 no es una excepción. Todos los indicadores hablan de un crecimiento sostenido en el Estado, una tendencia que también se observa en Navarra y la CAV.
Cada vez nos visitan más turistas, de las procedencias más diversas, como se puede comprobar repasando las últimas cifras ofrecidas por el Eustat y Estadística de Navarra. Pese a que poco a poco se ha logrado la añorada desestacionalización del turismo, que ya no se concentra solo en los meses de verano sino que se extiende desde marzo-abril a octubre, el incremento de visitantes es un hecho. El éxito ha contribuido a que el sector servicios más vinculado a esta actividad disfrute de una situación boyante, pero está provocando también una serie de problemas de orden social, económico, laboral y medioambiental.
El turismo de masas ha generado una oleada de protestas, lo que se ha venido en llamar turismofobia, de la población local, que se siente invadida por quienes visitan los lugares turísticos más célebres y ve cómo se incrementan sin parar costes como el precio de los alquileres. Pese que la CAV y Navarra no son víctimas del turismo de masas, a excepción seguramente de Donostia en momentos concretos del año, hay un debate abierto sobre cómo regular esta actividad.
Las instituciones han llevado a cabo en los últimos años medidas como regularizar los apartamentos turísticos para que operen solo aquellos que cumplen la legalidad, poner freno a la masiva presencia de turistas en los lugares más frecuentes e incluso en algún caso se han aprobado moratorias que impiden la construcción de más establecimientos hoteleros.
Además, los gobiernos vasco y navarro (el Parlamento aprobó una moción que instaba al Gobierno a establecer una tasa turística) sopesan aplicar una tasa turística, al estilo de la que se abona desde hace tiempo en Catalunya, Baleares y más de 140 ciudades europeas. Un tributo que no se ha concretado si será autonómico o municipal, pero cuyos ingresos se deberían destinar precisamente a compensar el impacto negativo que tiene el turismo allí por donde pasa.