Parece que fue ayer y es, a la vez, como si hubiese ocurrido en otra vida: hace ahora diez años, el 10 de noviembre exactamente, Yolanda Barcina anunció que no se iba a presentar a la reelección en los comicios forales de 2015. (Para los que entonces no habían nacido o no vivían todavía aquí, diremos que esta señora era entonces presidenta de Navarra con UPN, después de haber sido durante tres legislaturas alcaldesa de Pamplona). Entre los logros más sonados de su carrera cabe recordar la construcción del parking de la Plaza del Castillo, destrozando las termas romanas que había bajo tierra, o haber conseguido cobrar en un solo día 3.434 euros en dietas por estar estando en un par de reuniones de la extinta Caja Navarra. Una marca difícil de superar.

En 2015 se presentó como cabeza de lista por UPN el desafortunado y eterno candidato Javier Esparza, que no logró la presidencia porque los otros dos tercios del famoso “quesito” de Miguel Sanz, socialistas y nacionalistas vascos, se unieron y así siguen hasta la actualidad. Y con bastante pinta de durar. Ayer mismo se presentó el nuevo pacto presupuestario entre EH Bildu y el Gobierno de Navarra, para desesperación de la derecha. Entre los puntos firmados destaca un incremento de las ayudas al euskera que, sin llegar a ser la panacea, avanzan con paso firme hacia unos objetivos concretos.

Que las personas adultas que quieran aprender euskera tengan gratis el primer curso y ayudas en los posteriores, por ejemplo, es una buena noticia y que se ayude a los medios de comunicación en euskera para que puedan realizar su trabajo en condiciones un poco más dignas está muy bien. ¿Os acordáis cómo en 2012 Barcina fulminó la partida de ayudas a estos medios y no se recuperó hasta 2016? Pues eso.