Querido Olentzero: este año sólo te pido que encuentren de una vez el Triángulo de las Bermudas o los agujeros negros de Pamplona que se tragan las villavesas. Unas veces se las tragan para siempre y la que tenía que pasar a una hora se esfuma dejando tirada a la gente, sin más explicación. Otras veces solo se la tragan un rato y luego la escupen, lo que provoca retrasos inesperados en cualquier sitio y a cualquier hora.
Es por ello por lo que más de una vez nos toca ver cómo la ansiada villavesa llega a nuestra parada, llena hasta los topes, y pasa de largo como una aparición, como el autobús noctámbulo de Harry Potter mismamente. (Puede que en la zona de Ezkaba esté alguno de esos agujeros negros, porque no es normal que la línea 11 ya llegue con retraso a la primera parada de la Txantrea, que está solo a cuatro minutos del punto de partida, no sé.)
Otra cosa que estaría bien, querido Olentzero, es que hicieras tu magia para ver si la aplicación empieza de una vez a funcionar correctamente, porque es como si tuviera vida propia. A veces parece que no tiene nada que ver ni con los autobuses ni con los paneles de las marquesinas. Son como tres mundos diferentes, independientes e inconexos. En pleno siglo XXI, cuando hasta los perros y gatos llevan GPS en el collar para que no se pierdan, ¿no hay un sistema que te dé datos a tiempo real y fiables?
Y ya puestos, ¿podrías echarles un vistazo a los motores y los chasis? Porque pocas cosas hay que den más miedo a las siete de la mañana que una villavesa haciendo ruidos muy muy raros intentando subir la cuesta de Labrit con 60 personas hacinadas en su interior, rogando para que el trasto no se pare o explote directamente.