Pedro Sánchez debería echarle un pensamiento antes de pisar la Casa Blanca y exponerse a cargar con un montón de acusaciones, reproches, algún comentario improcedente e incluso ver cómo le hace burla el anfitrión con una mala imitación.
Todo ello con la colaboración como meritorios de dos altos cargos del staff y en presencia de un nutrido grupo de testigos. Pedro, no vayas. Trump puede ponerse chulo y lanzar una andanada de golpes poniendo el acento, en que España tiene escaso gasto militar, que aporta poco a la OTAN, que forma parte de ese grupo al que llaman Europa y que se formó para joder a los demás, que si no pacta con Abascal va a provocar otra guerra civil y que devuelva las ayudas del Plan Marshall a Franco.
Tras ver y escuchar la encerrona que le montaron a Zelenski, a ver qué mandatario de los que han condenado la actuación de Trump ante el líder ucraniano se arriesga a la humillación pública.
El botarate ese parece disfrutar con su papel de salvador del mundo, de juez que dicta quien tiene razón y quien no, con autorización para cambiar a su antojo demarcaciones geográficas y hasta las líneas de las fronteras. Trump no tiene filtros. En fin, conocimos lo que se puede cocer en ese Despacho Oval por la galardonada serie El ala oeste de la Casa Blanca, convertida ahora por Trump en el ala zafia.