Pamplona - A Oier Sanjurjo (Estella, 25/5/1986) y Roberto Torres (Arre, 7/3/1989) no les resulta novedoso ejercer de capitanes de Osasuna, pero, desde que Miguel Flaño puso rumbo a Córdoba en el último mercado invernal, su jerarquía ha aumentado, circunstancia que asumen con orgullo.

“Los tres hemos coincidido como capitanes más o menos desde el año de Sabadell”, dice Torres. Se refiere a la temporada 2014/2015, en la que los rojillos eludieron el descenso a Segunda B en el último minuto del último partido del curso. “El hecho de que se haya ido Miguel hace que tengamos un poquito más de responsabilidad por el hecho de que era un capitán ejemplar, sobre todo cuando las cosas iban mal. Siempre tenía algo que decir en el momento oportuno que era bueno para el equipo”, añade. Y Oier le da la razón a su compañero. “Al cobijo de Miguel, las cosas se sobrellevaban de otra manera”, reconoce el estellés. “Él nos enseñaba y y creo que hemos sido buenos alumnos”, cuenta antes de mostrar su orgullo por el aumento de galones: “Se abre una nueva situación en mi etapa como osasunista que afronto con mucha ilusión y, además, es muy especial para mí por ser un chaval de la casa”.

“Ahora tenemos un poquito más de peso en el vestuario”, advierte Torres, que al hablar de capitanía recupera el nombre de Patxi Puñal: “Al igual que Miguel, nunca alzaba la voz en el campo en el campo para demostrar que era el líder, lo hacía con sus actos”. Dos buenos ejemplos. De hecho, Flaño portó el brazalete de capitán en su segundo partido como jugador del Córdoba. “El que vale vale”, coinciden sus excompañeros.

Con el equipo ubicado en puesto de ascenso directo (es segundo con 47 puntos, a uno del líder, un Albacete que ya ha sumado los tres de su duelo contra el Reus) por primera vez en el curso, a los capitanes de Osasuna les toca frenar la euforia de la plantilla, aunque Torres confiesa que “la gente lo tiene muy claro y todos pensamos que no hemos hecho nada del otro mundo y que quedan un montón de jornadas para conseguir lo que todos queremos conseguir”. Se refiere al ascenso, porque Oier avala las palabras de su compañero, pero también recalca que “tenemos ilusión y somos ambiciosos”, aunque matiza: “Debemos saber de dónde venimos, hacia dónde vamos y cómo queremos alcanzar el objetivo. Eso es lo que tenemos que transmitir en el vestuario, incidir en cuál es el camino que nos ha llevado a estar donde estamos”.

De la conversación con Oier y Torres se desprende que uno nace para ser capitán de Osasuna, pero también se hace. El centrocampista de Estella desarrolla el proceso: “Aquí siempre se ha hecho por antigüedad de la persona y con la condición de que sea de casa, pero eso no quita para que internamente haya gente en el vestuario que, aunque sea de fuera, también tenga cierto peso específico y ejerza como capitán. Es algo que se trabaja y se pule todos los días”. De hecho, Oier ya tiene candidatos para el futuro: “David y Unai (los García) son los que están llamando a la puerta y les vamos haciendo ver ciertas cosas”. Y es que el estellés considera importante que en el primer equipo de Osasuna haya gente de la cantera, “que se mantenga como se está manteniendo ahora ese núcleo de jugadores de casa que me parece importante para el devenir del club y de la plantilla. Creo que así nos sentimos todos más identificados”.

Goleadores en El Molinón A los dos capitanes rojillos les ha sentado bien el aumento de galones. Sus respectivos goles en la última victoria del equipo, que ganó 0-2 al Sporting en Gijón, lo demuestran. Y se felicitan por ello. “Fue una curiosidad que marcáramos los dos en un partido tan importante como el que teníamos fuera de casa y que suponía también el poder marcar las aspiraciones de mirar para arriba”, explica Oier, que añade que “salió un partido redondo y ganamos con autoridad, pero con la casualidad o la condición especial de que marcamos los dos capitanes”.

El que anotó Roberto Torres en El Molinón fue su octavo tanto de la temporada, un registro que valora el centrocampista de Arre, aunque considera más importante su buen estado físico, para el que tiene una explicación. “Es una buena cifra, pero, más allá de los goles, siento que estoy ayudando al equipo en todas las tareas que requiere un partido, no sólo en ataque. Siempre me he cuidado mucho y he sido profesional, pero este año he querido llevar todo al detalle y llevo trabajando tres o cuatro meses con un preparador físico y un nutricionista de Bilbao muy conocido en el mundo del fútbol. Eso, unido a que la preparación física del club, con Sergi (Pérez) a la cabeza, es una maravilla, hace que estemos todos perfectamente”, cuenta. Los problemas de pubis que el curso pasado le trajeron por la calle de la amargura han desaparecido, “pero no están olvidados”. Y matiza: “Los tengo controlados porque todos los días hago una serie de ejercicios antes y después de los entrenamientos, pero no me puedo descuidar porque, si no, vuelven”.

Al igual que la de Osasuna y Torres, la de Oier también está siendo una buena temporada y el estellés atribuye el alto nivel al que está rindiendo tanto él como el equipo “a que mentalmente estamos liberados, limpios y frescos”. Y también concede parte del mérito al cuerpo técnico: “El ambiente de trabajo del día a día con Jagoba (Arrasate), Sergi (Pérez) y Bittor (Alkiza) es sano y normal, y además mantiene a toda la gente enchufada. Desde esa alegría del día a día, la cabeza y el físico funcionan mejor”.

Registro histórico de partidos Sin apartar la mirada de lo que verdaderamente les importa, el colectivo, tanto Oier como Roberto Torres admiten que miran habitualmente el ranking histórico de jugadores de Osasuna con más partidos disputados. Tras la salida de Miguel Flaño (338), el estellés es el líder de la actual plantilla y el 16º de la clasificación general con 251 apariciones, seguido de cerca por el centrocampista de Arre, vigésimo con 226 y que considera el asunto “algo bonito. Hace que veas a gente por delante todavía, que no te acomodes, que quieras superar a cuantos más mejor. Comparto habitación con Oier en los desplazamientos y lo hablo mucho con él. Le suelo decir que quién nos iba a decir hace unos cuantos años que ahora íbamos a estar así. Es para estar orgullosos. Sólo hay que ver los nombres de los jugadores que hemos pasado y los que tenemos por delante, gente muy importante de la historia de Osasuna”, dice Torres.

Oier piensa algo parecido: “A la vez que me hace ilusión ser referente en la capitanía, también me hace sentirme orgulloso el superar los 250 partidos con Osasuna. Me gusta mirar el ranking y espero que pueda sumar unos cuantos más, aunque, bromeando con Rober, le suelo decir que muy mal lo tiene que hacer para que no me adelante”. Y es que echa cuentas y les separan 25 encuentros, pero el estellés es casi tres años mayor que Torres, que a principios de marzo cumplirá 30, por los 33 que le caerán a Oier en mayo.

Ambos han hecho carrera en Osasuna, el club en el que se formaron y en el que se han consagrado como profesionales del fútbol -en el caso de Oier, con un paréntesis de una temporada, la 2011/2012, en la que jugó cedido en el Celta-. Y tanto uno como otro, que tienen contrato hasta el 30 de junio de 2020, verían con buenos ojos poder retirarse en el equipo de su tierra, aunque son conscientes de que no sólo depende de ellos. “Vamos cumpliendo años y con la edad que tengo es algo que se puede contemplar, pero el fútbol es tan cambiante y tan volátil que es muy difícil hacer ese tipo de declaraciones”, explica Oier, que reitera, como ya ha hecho en más de una ocasión, que “me haría especial ilusión ser integrante de la plantilla de Osasuna en su centenario (se cumple en 2020), aunque también estaría bonito poder decir adiós a mi carrera aquí”.

Roberto Torres, un poco más joven que Oier, tiene una opinión similar: “No pienso en eso, pero estoy súper a gusto aquí y siempre lo he estado. Aunque la gente pueda pensar que, cuando las cosas no han ido bien, quieres cambiar de aires, la verdad es que no puedo pedir más: juego en el equipo de mi tierra, he contado habitualmente para todos los entrenadores, estoy en casa, cerca de mi familia, mis amigos... No veo razones por ningún sitio para cambiar de aires. Como ya he dicho alguna vez, me gustaría ser como Xabi Prieto, que vivió toda su carrera en la Real. Ojalá pueda ser un caso como él, pero en Osasuna”.

Tanto Oier como Roberto Torres persiguen un objetivo común: el ascenso. Lo consiguieron hace tres cursos y el equipo se encuentra en buena disposición de repetir gesta. Es su meta. Por ambición personal, pero también por amor a unos colores. Oier lo confirma: “Cuando termine mi carrera, que no sé cuándo será, ni cómo ni dónde, espero que Osasuna esté en Primera División, no porque me apetezca, simplemente porque creo que Osasuna, como entidad, está haciendo las cosas bien, está creciendo, está sentando unas buenas bases y va a merecer pronto, si no es ya, estar en Primera porque tiene una estructura de club y una masa social y de seguidores que se corresponde con un equipo de la máxima categoría”. Palabra de capitán. De capitanes.