Pamplona - El 16 de octubre de 2004, Leo Messi, con 17 años, se estrenó con el primer equipo del Barcelona. Fue Rijkaard el que confió en él. Debuta con el primer equipo en Montjuïc ante el Espanyol. Sale por Deco y juega ocho minutos. Ese día, el entrenador holandés tiró de muchos canteranos. Dos de ellos con pasado y presente rojillo: Damiá y Rubén Martínez, actual portero rojillo.

Cuando Messi debutó hace tres lustros seguro que había mucho rojillo viendo la televisión. Lo que no sabían ellos (ni nadie) es en lo que se iba a convertir el argentino. Y menos, que dos de los cuatro canteranos que acompañaron al argentino en esa convocatoria iban a ser piezas importantes en diferentes épocas de Osasuna.

Uno es Damiá Abella. El exlateral ya se encuentra retirado tras una prolífica carrera en el fútbol profesional. El espigado defensor llegó a Osasuna y se convirtió en un jugador muy querido por la afición rojilla alternando apariciones en ambas bandas.

Hoy en día, todavía, sigue pasando a saludar a empleados del club y algún compañero que le queda en la plantilla. Ahora es entrenador de fútbol (de hecho su última visita se debió al campeonato de España de selecciones femeninas que se disputó en Tajonar).

Por otra parte, otro compañero que estuvo presente en el campo del Espanyol fue Rubén Martínez. El entonces portero del filial culé estuvo en varias convocatorias por la lesión del suplente de Valdés, Jorquera. Una expulsión de Víctor Valdés ante el Valencia le permitió jugar 15 minutos ese partido y el siguiente completo, ante el Levante, que luego también sería su equipo. El guardameta es un buen amigo del argentino, que siempre tiene un gesto cuando se encuentra con él en un terreno de juego.