achín dejó un paso breve pero intenso por Osasuna. Cuentan quienes le vieron jugar que así era su fútbol, de disputas fuertes y decididas por la posesión del balón, y que cuando salía al cruce ningún obstáculo le detenía. Enrique Pérez Díaz, campeón de Europa en 1960 y en 1966 con el Real Madrid yé-yé en el que también actuaban los exrojillos Zoco y Serena, falleció ayer a los 82 años. En su hoja de servicios como entrenador tiene subrayado el logro del último ascenso de Osasuna a Segunda división (1976-77).

El apodo de Pachín lo heredó de su abuelo, a quien llamaban Pachi pero al mudarse con la familia a Cantabria le añadieron una n. Octavo de nueve hermanos, el chico fue a la Escuela Nacional y más tarde a la de Aprendices de la empresa Sniace, donde comenzó a jugar en el equipo juvenil. Destacó en la Gimnástica de Torrelavega, de donde pasó al Burgos. Sus cualidades -defensa atlético, fuerte y poderoso a la hora de enfrentarse al rival- le pusieron en el foco de varios equipos. Osasuna y Celta pugnaron por sus servicios y el presidente del Burgos intentó sacar partido de la situación haciéndole firmar dos contratos, lo que le supuso al jugador que la Federación Española de Fútbol le sancionara por espacio de un año. El presidente lo traspasó a Osasuna porque pagaba más, según relató el propio Pachín.

Instalado en Pamplona -ciudad en la que cumplió el Servicio Militar en Aizoáin-, tuvo que parar para completar la sanción. Cuando reapareció, disputó 27 partidos oficiales y marcó un gol. Llamó pronto la atención del Real Madrid, que envió al legendario Samitier para cerrar su contratación. Llegó a publicarse que el club blanco pagaría 2 millones de pesetas por el traspaso. En el Madrid desarrollaría con éxito su carrera.

Su paso por la capital navarra también resultó fructífero en el plano personal. En unos Sanfermines conoció a Merche Luquin, con la que se casaría y tendría dos hijas. Al margen del fútbol, en 1968 abrió una zapatería para niños junto al Bernabéu.

Concluida su etapa de futbolista profesional enfocó su actividad como entrenador. Llegó a Osasuna cuando el equipo luchaba por abandonar la Tercera división. Tras una temporada en la que se vivió una estrecha pugna con la Cultural Leonesa, los rojillos cerraron el ascenso en la última jornada. El éxito no garantizó la continuidad de Pachín. Cuentan que el entrenador pidió a Fermín Ezcurra una ficha de 1.750.000 pesetas, un sueldo mensual de 60.000 pesetas y la vivienda (el alquiler). Las discrepancias eran importantes y no solo en lo económico: en un partido jugado en Irún, Pachín despachó del vestuario a un directivo que recriminaba a un joven futbolista por el fallo de un penalti. Sometido el contencioso a votación de los directivos, ganó la postura que defendía la no renovación de contrato por 7-3.