Álvaro Valencia es un chaval de 12 años que juega a fútbol en el equipo infantil de primer año de la AD San Juan. Estudia en Maristas, pero ayer tuvo que acudir al médico para que le revisaran su brazo izquierdo. En su último partido de competición, disputado hace semana y media, sufrió una lesión. Y las noticias que recibió no fueron buenas, ya que, a pesar de que la posibilidad de que tuviera una fractura quedó descartada casi desde el principio, lo cierto es que le confirmaron que tiene algo más que una contusión, el primer diagnóstico, y hoy mismo tendrá que volver a visitar al doctor. Salió de la consulta bastante triste, motivo por el que su madre, Carmen, decidió llevarle a las instalaciones de Tajonar para presenciar una parte del entrenamiento de Osasuna aprovechando que era la hora del recreo.

Al chaval le cambió el ánimo ya solo con ver in situ cómo los jugadores del primer equipo rojillo preparaban su próximo partido, el que el próximo sábado a partir de las 18.30 horas disputarán en el Wanda Metropolitano contra el Atlético de Madrid, pero todavía le aguardaban un par de sorpresas que le elevaron la moral hasta límites insospechados. Primero, con Sergio Herrera como protagonista. Y después, gracias a su ídolo, David García, con el que Álvaro Valencia comparte posición y dorsal. Y es que es central y juega con el número 5.

Madre e hijo se instalaron en las gradas de Tajonar para seguir las evoluciones de la sesión de trabajo organizada por Jagoba Arrasate. Y entonces empezó todo. Un futbolista de Osasuna disparó sin puntería y con tanta fuerza que el balón acabó pinchado justo en el lugar donde se encontraba ubicado Álvaro Valencia, que cuando agarró la pelota para devolvérsela a Sergio Herrera, éste le dijo que se la quedara. Que era un regalo. Una sonrisa se dibujó entonces en el rostro del pequeño, al que aún le aguardaba otra sorpresa a la finalización del entrenamiento: una charla improvisada con David García, que le deseó una pronta recuperación, un choque de manos con su ídolo, una fotografía juntos y un autógrafo en una camiseta de Osasuna con el nombre y el dorsal del central de Ibero que la madre del chaval, Carmen, llevaba para rematar la sorpresa y levantar el ánimo de Álvaro. Y es que los sueños a veces se convierten en realidad.