La Real Sociedad no para de moverse en las categorías inferiores y no está dudando en abrir nuevas vías para reforzar Zubieta. El club realista se ha hecho con los servicios de dos jugadores navarros que, de no surgir ningún imprevisto, vestirán la camiseta txuri-urdin a partir de la próxima temporada. Se trata de Iñaki Rupérez, centrocampista de Osasuna, y de Alex Marchal, delantero que milita en Txantrea.

Iñaki es un juvenil que también puede actuar de lateral derecho y que acaba contrato en junio. Como no ha querido renovar, el club rojillo le ha apartado de los partidos como medida de presión. El Athletic se ha interesado por su contratación, pero finalmente tanto su agente como su familia han decidido que preferían que siguiera formándose en Zubieta. Osasuna tenía puestas muchas esperanzas en su futuro. Cuando renovó su contrato en 2019, hizo público que iba a tener una cláusula de rescisión de 1.000.000 euros, que iría en aumento según fuese su progresión en Tajonar, alcanzando los 3 millones de euros en el filial, los 5 millones de euros si alcanza el primer equipo en Segunda División y 10 millones de euros si lo hace en Primera División. En ese momento firmó por dos años, con opción del club a prorrogarlo un curso más de forma unilateral, como así hizo. Este año le tocaba renovar, pero finalmente ha tomado la decisión de cambiar de aires.

Alex Marchal García milita esta campaña en el cadete B de la Txantrea. Es un extremo nacido en Ansoain (como el portero Gaizka Ayesa, del Sanse) que ha solido acudir a las convocatorias de la selección navarra sub'16. Es hijo de Ismael Marchal, más conocido como Irurzun, delantero centro que se formó en la cantera del Madrid, donde llegó a debutar en el primer equipo, y que luego militó en Málaga, Osasuna, Racing de Ferrol, Sporting, Nàstic y Ponferradina. Al parecer Osasuna le quería contratar y el Athletic tenía más dudas. Lo curioso de su caso es que se trata de un club convenido con Ibaigane, que tiene preferencia por sus jugadores a pesar de que, cuando reciben una oferta a esas edades, pueden decidir por sí mismos su nuevo destino. Si Osasuna quiere fichar a uno de sus futbolistas, normalmente aboga por hacer una maniobra de despiste para no chocar con el club rojiblanco, al incorporarle cedido un año en sus clubes convenidos para luego integrarlo a Tajonar. Algo parecido a lo que hizo el Athletic con Laporte y el Aviron Bayonnais.

Lo que confirma estas operaciones y las publicadas por este medio sobre varios jugadores del Antiguoko de 12 años es que la guerra de niños está más abierta y agresiva que nunca en el fútbol vasco. La Real, con Roberto Olabe al frente que siempre ha tenido claro que había que invertir en las categorías inferiores, se ha adentrado en un terreno peligroso ya que, con sus dos refuerzos navarros, hace peligrar el acuerdo de no agresión que tenía apalabrado con Osasuna al que, probablemente y como es lógico, no le gusta nada esta nueva intromisión en su territorio.