Su gran fama se la debe al río Irati, capaz de abrirse paso a través de la sierra de Leire dejando a la vista unos paredones rojizos espectaculares. Recorrerla por su interior es penetrar en un mundo rico en valores ambientales y, además, lo haremos de una manera única y fácil, siguiendo el trazado del primer ferrocarril eléctrico del Estado español. Entre los años 1911 y 1955 enlazó Iruñea con Zangotza pasando por Agoitz. Diseñado para transportar la madera de los bosques pirenaicos, acabó siendo utilizado en el transporte de pasajeros. No viajaban a mucha velocidad, pero era una alternativa mucho menos fatigosa que hacerlo en caballerías; y ofrecía un paisaje extraordinario al atravesar la foz de Irunberri (Lumbier).

Los cursos fluviales nacidos al pie de los Pirineos, que en su discurrir se han encontrado con sierras perpendiculares, como le ocurre al Irati al alcanzar la sierra de Leire, han hecho maravillas con su fuerza hídrica, como atravesar el macizo rocoso calcáreo, como se comprueba en este itinerario. El antiguo trazado de vías paralelo al río, que aún mantiene los postes de la catenaria, sirve para acoger el recorrido senderista.

Restos de la villa romana y celta de Liédena. JUAN CARLOS MUÑOZ

La zona recreativa y aparcamiento de la foz de Irunberri es el punto de partida. Al llegar a un cruce, antes de penetrar en la hoz, el sendero se desvía hacia la izquierda y sigue una senda balizada en blanco y verde del sendero local SL-113

Entre matorrales de coscoja, aliaga y boj, vegetación que sustituye al antiguo bosque de carrascas, después del abandono de las actividades agrícolas y de pastoreo, sube por la ladera de la sierra de Leire para rodear la foz con unas vistas panorámicas de la misma. Discurre sin dificultad con un paso perfumado gracias a las matas de tomillo y espliego próximas. Será el momento de encontrar rastros del paso del jabalí en forma de huellas, tierras hozadas o bien excrementos del zorro, garduña o tejón, pues son habitantes naturales del lugar.

Vamos en paralelo a la hoz, aunque alejados, y atravesamos áreas de campos de cultivo hasta llegar al paraje conocido como el corral de Alzueta, un antiguo redil para el ganado. Desde allí por una senda de apenas ochocientos metros, junto al tendido eléctrico de alta tensión, llegamos al borde del cantil sobre la foz. Es un espectacular mirador natural a cien metros de altura desde el que quedar fascinado con el vasto panorama, así como con la posibilidad de atisbar algunas de sus rapaces más emblemáticas, como el quebrantahuesos.

La senda balizada continuada sin dificultad y descendiendo al encuentro del interior del desfiladero. Entre campos de labor y matorral y, en una curva muy cerrada, deja de mirar hacia el Irati para enfilar hacia su cañón mediante un tramo en fuerte pendiente. El último descenso, más irregular, desemboca en una pista: es la caja de las vías del tren que atraviesa un túnel para adentrarse en el vistoso recorrido de la foz. 

JUAN CARLOS MUÑOZ

Los ruidosos trajines de las notables colonias de grajillas y chovas piquirrojas y los vuelos de los grandes rapaces que habitan los roquedos, como el buitre leonado y el alimoche, se desplegarán ante nuestros ojos. Afanándose alrededor de las oquedades de los paredones distinguiremos al vencejo real, al roquero solitario y al avión roquero que harán las delicias con sus acrobáticos vuelos en busca de insectos. La calidad de las aguas del Irati y la riqueza de aves rupícolas, entre las que se cuenta el búho real, así como de plantas asociadas a la superficie calcárea lo convierten en una reserva natural que, además, forma parte de la red Natura 2000.

Junto al río, los chopos y alisos buscan su hueco, mientras que la nutria vive confiada al arrimo del agua. Los mil trescientos metros de trayecto por el desfiladero, que describen una gran curva, resultan fascinantes y breves. Al pasar el segundo túnel estamos cerca del final. Los roquedos sobre el río, bajo los que duerme una buena colonia de paloma bravía, son la última visión del cañón que desaparece, entre campos de labor, hasta encontrar el cruce de caminos donde nos desviamos por la senda en ascenso, situada apenas ya a unos metros del área recreativa de inicio. 

Ficha práctica

  • Tipo de recorrido: Circular, dificultad baja.
  • Punto de partida: Punto de información del área recreativa de la foz de Irunberri, a la entrada del pueblo homónimo.
  • Distancia: 5,5 km.
  • Tiempo: 2 h.

No te puedes perder: Subir a la ermita de la Trinidad porque, situada al borde de un escape rocoso en el occidente de la sierra de Leire. Accedemos desde el pueblo por un camino con un pronunciado desnivel. Merece la pena recorrerlo, como hacen los romeros de Irunberri cada año, pues las vistas desde esta atalaya natural cortan el aliento. Hemos de visitar el centro de interpretación de las Foces, en la plaza Mayor. Nos ayudará a entender mejor cómo se han formado las gargantas fluviales o foces navarras, a sus habitantes naturales y cómo el hombre ha convivido con estos paisajes desde tiempos inmemoriales.

La villa romana de Liédena, en las inmediaciones, es prueba de que hace miles de años el imperio romano también encontró en estas tierras un motivo para asentarse, como es la producción de vino. Más de cincuenta dependencias, entre las que se distingue el lagra y las termas, hablan de la pujanza de esta villa señorial.

RUTAS POR EUSKAL HERRIA

NAVARRA Foz de Iumbier

Del libro Rutas a foces, gargantas y desfiladeros de Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez

Editorial: Sua Edizioak