rancisco del Río, propietario del bar Carranza y del pub Morros, en la céntrica plaza de Miranda de Arga, dice que en la noche del miércoles no pegó ojo. “A las 3 de la mañana vi que empezaba a caer con fuerza y decidí bajar al bar”. Del Río vive en la parte alta del mismo edificio en el que posee los negocios hosteleros desde hace medio siglo. Se afanó en descender hasta la bodega para colocar en altura todo el material y bebidas que guarda junto a su hermano en dicho almacén. Lo colocó en estanterías y luego puso unos cubos de agua en las filtraciones que ya aparecían sobre la cubierta del pub. “No quería que nos pasara como en mayo, que tuvimos que sacar un montón de agua de dentro. Pero hoy por suerte nos hemos librado, pero la calle parecía esta vez un torrente de barro, porque ha caído todo del barranco, desde agua hasta piedras”, reconoció el hostelero. En la avenida San Juan, Aitor Esteban, empleado del Ayuntamiento, limpiaba el fango manguera en mano. Era la zona cero del episodio tormentoso en Miranda, junto al cuartel de la Guardia Civil y un almacén municipal en el que herramientas de soldadura y jardinería se llenaron de agua. La parte baja del pueblo -el campo de fútbol de La Galera y la zona de columpios anexa- presentaba un charco de decenas de metros. También los encargados de las piscinas y del bar tiraban de escoba y riego para limpiar los accesos. El alcalde Francisco Gil decía que no había visto el pueblo nunca de esa forma como amaneció, con tanto pedrusco en mitad de las vías. Una quincena de viviendas tuvieron que achicar agua. El susto quedó en el cuerpo. Pero al menos Miranda salvó los muebles.

“Nunca había visto el pueblo como ahora.

Ha caído mucha agua

y piedra del barranco”

Alcalde de Miranda de Arga