La asociación Río Aragón, contraria al recrecimiento de Yesa, emitió ayer un comunicado en el que informaba de la “paralización total” de las obras de recrecimiento del embalse a fecha de hoy, con sólo dos personas presentes en los trabajos, una de Administración y otra encargada de la seguridad de la obra, que son los trabajadores que permanecen “para evitar la cancelación de contrato por abandono de la obra”.

La respuesta oficial de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), lejos de desmentir tal hecho, admitió la paralización temporal de las obras y decía lo siguiente para argumentarlo y justificar que la obra seguirá adelante: “Los trabajos de recrecimiento del embalse de Yesa están en suspensión temporal mientras se tramita una modificación del proyecto de la obra. En estos casos, la suspensión de los trabajos está prevista en la legislación de contratación pública. Dicha modificación en tramitación afecta, en esencia, a los nuevos aliviaderos, que se han rediseñado para cumplir mejor su función de desembalse y laminación en caso de avenida”. 

El contexto que se puede aportar a dicha nota es que ese cuarto modificado del recrecimiento, en redacción desde hace seis años y que no se hubiera hecho público en caso de que la asociación Río Aragón no hubiera acudido hasta el Tribunal Supremo (TS) para pedir información pública del mismo, arroja grandes incógnitas acerca de la continuidad de la obra. La CHE tuvo que reconocer que el final de la obra se retrasaba a noviembre de 2027 debido a la “complejidad y dificultad para aprobar el modificado”. Y en su particular lenguaje, que los vecinos de la zona llevan aguantando más de dos décadas para una obra sin fin en su estructura y en su presupuesto, la Confederación habla de que los movimientos son extremadamente lentos y de que la situación de la ladera es estable.

Moverlos hasta 52 metros a zona estable

En la respuesta que tuvo que facilitar tras resolución judicial la CHE a la asociación contraria al recrecimiento se decía por primera vez que entre las razones técnicas efectuadas para realizar dicho modificado de la obra se encuentra el hecho de que el deslizamiento de la ladera del embalse (que obligó al desalojo y a la destrucción definitiva de más de un centenar de viviendas de dos urbanizaciones como Lasaitasuna y El Mirador de Yesa) afectó también a la embocadura de uno de los aliviaderos. Por dicho motivo, ahora se paralizan las obras, con la excusa de suponer una mejor función en la laminación de avenidas que, por supuesto que es así, sino para de paso corregir además su situación debido a que los deslizamientos afectaron a dichos aliviaderos y deben ser trasladados a zona estable. 

De hecho tienen que desplazar su embocadura 52 metros sobre su ubicación actual “al haberse detectado movimientos en alguno de ellos”. Otra cuestión harto sorprendente es que el organismo de Cuenca decía sobre la cuestión presupuestaria que “no supondrá ningún incremento” la corrección de los aliviaderos y su desplazamiento a una zona estable. Por ello, la asociación Río Aragon consideraba “algo absolutamente inverosímil” que dichos trabajos no supusieron un gasto presupuestario mayor, enfatizaron, a la millonada que ya hay gastadas en dichas obras.

Río Aragón recordó que “hoy hace 23 años del paro general del Pirineo aragonés pidiendo dignidad para la montaña y una nueva política hidráulica. Las demandas eran claras, exigiendo la paralización de las grandes obras planificadas en su territorio, entre ellas el recrecimiento de Yesa, dignidad y respeto para el conjunto del espacio montañés y la revisión de lo planificado para ajustarlo a la entonces incipiente Nueva Cultura del Agua y la directiva Marco Europea, recién aprobada. Resulta evidente que, desde aquella fecha, se han producido evidentes avances, que han dejado en la cuneta de la historia proyectos como Jánovas, Santaliestra o Biscarrués. La excepción ha sido el recrecimiento de Yesa que, por el papel que había de jugar en políticas trasvasistas y su carácter de megaobra generadora de sustanciosos beneficios para constructoras y consultoras, se le impidió para entrar en el camino de la racionalidad”.

Por ello, entiende Río Aragón que en Yesa, “donde la racionalidad humana no entra, aparece la dinámica de la naturaleza que termina imponiendo su ley. Después de 22 años de haberse puesto la primera piedra, después de llevar destrucción premeditada a pueblos como Artieda, Sigüés o Mianos, podemos confirmar esa paralización de obras”. Este dato no hace sino confirmar la respuesta recientemente recibida de la CHE, donde se reconocen las dificultades para aprobar un cuarto modificado de la obra que, “estamos convencidos, será incapaz de dar una solución segura para resolver los problemas que con carácter estructural arrastran las obras de recrecimiento”.