Las hijas del sociólogo Mario Gaviria Labarta, Nathalie y Sandra, recogieron este martes la Medalla de Oro de Navarra otorgada a título póstumo a su padre “por su mirada curiosa sobre la sociedad y sus cambios”. Lo hicieron en el claustro isabelino del Departamento de Cultura, Turismo y Deporte, en un acto “tan ortodoxo” en el que se reconoció a “una persona tan heterodoxa”, tal y como bromeó el decano del Colegio de Sociología y Politología de Navarra, Manuel Rodríguez. Él fue el encargado de recordar a su maestro, un hombre que “entendió la sociología como una suerte de militancia”. El decano destacó su pasión, compromiso y su capacidad de trabajo; su carácter innovador, rompedor y disruptivo, “con una sociología muchas veces a la contra pero siempre adelantado a su tiempo”, pero, sobre todo, se refirió a Gaviria como “un hombre bueno”. La presidenta de Navarra, María Chivite, por su parte, elogió “su capacidad para imaginar la Navarra que estamos creando hoy: sostenible, igualitaria y de prosperidad compartida”.
La entrada en el patio de la comitiva presidencial, encabezada por el Reina de Armas y los maceros, tras los que se situaron la presidenta Chivite, el presidente del Parlamento foral Unai Hualde, y el vicepresidente primero y consejero de Presidencia e Igualdad, Félix Taberna, dio inicio al acto central del Día de Navarra. Tras los acordes Himno de Navarra, interpretado por el alumnado del Conservatorio Superior de Música, se procedió a presentar al galardonado, el sociólogo Mario Gaviria (1938-2018).
Fueron sus hijas Nathalie y Sandra, las encargadas de subir al escenario para recoger la máxima condecoración mientras que Manuel Rodríguez, decano-presidente del Colegio de Sociología y Politología de Navarra, trató de resumir la “fructífera e intensa vida” de Gaviria en pocos minutos. “Con este galardón se reconoce la trayectoria de una figura muy especial para Navarra. Maestro de muchos, compañero de algunos, Mario nos abrió nuevas formas de pensar”, afirmó Rodríguez, quien confió en que “con este reconocimiento no solo no se olvide su figura, sino que se recuperen muchas cosas”.
Rompedor y disruptivo
Nacido en Cortes, Gaviria vivió en Pamplona y Zaragoza, estudió en Reino Unido y Francia, impartió docencia en Pensilvania y Los Ángeles y trabajó en lugares tan lejanos como Mozambique o Benidorm. “Siempre tuvo una enorme vinculación con Navarra. Era un hombre de la Ribera, de la huerta, de la Bardena, del Ebro. Por mucho que viajaba siempre volvía a su tierra, porque le rejuvenecía”, afirmo Rodríguez.
El decano del Colegio de Sociología, discípulo de Gaviria, reconoció que no es fácil resumir su “fructífera” vida, pero destacó tres aspectos. El primero, su pasión y compromiso. “Mario entendió la sociología como una suerte de militancia. La más conocida su militancia antinuclear pero también se involucró en temas sociales y en la integración de los más vulnerables. Nada le era ajeno, todo le provocaba curiosidad”.
En segundo lugar, el decano habló de su labor docente. “Era un poquito (bastante) refractario del mundo académico, pero era un enamorado de la enseñanza. Aprendimos a su lado mucho más que en la Universidad. Nos encerrábamos en su casa de Cortes y descubríamos el mundo”, recordó Rodríguez y añadió “Mario fue muy crítico con la institucionalización de la disciplina, y eso le dio libertad intelectual e individual. En ocasiones con posiciones muy rompedoras”.
Y es que Gaviria fue “innovador y disruptivo”, abrió muchos caminos en el ámbito del urbanismo participativo, de las energías renovables “cuando nadie hablaba de ellas”, de herramientas “novedosas” como la renta ciudadana o de la importancia del turismo. “Mario fue crítico con el turismo masivo pero logró que a Benidorm le dieron un premio. Y es que el turismo de Benidorm no sólo es barato sino democrático ya que permitió ir a mucha gente de vacaciones”, recalcó Rodríguez, que cerró su intervención destacando su capacidad de trabajo, con amplios equipos, pero también su fuerte hedonismo y optimismo vital. “Hizo una sociología a la contra de todo, pero siempre iba por delante. No se equivocaba”, aseguró.
Ecologismo y buena vida
Por su parte, la presidenta de Navarra, María Chivite, destacó los aspectos que el universo gaviriano tiene en común con la identidad de Navarra. “Gaviria estaba abierto a las problemáticas universales, pero sus pies se unían a la tierra desde su pueblo”, afirmó Chivite, quien resumió su legado en tres aportaciones: la ética ecologista, su constructividad crítica y la buena vida. Este último término, que “resuena en una comunidad líder en calidad de vida desde hace 15 años”, el sociólogo lo asoció a la relación del ser humano con la naturaleza: “Gaviria imaginaba la Navarra que estamos creando hoy: sostenible, igualitaria y de prosperidad compartida”.
En relación al ecologismo, Chivite recordó que el galardonado alertó de los riesgos de la energía nuclear con una teoría importada por el mismo desde EEUU a una España que sólo pensaba en crecer sin tener en cuenta las consecuencias. “Habló antes que nadie de basar nuestra estrategia de desarrollo en las energías alternativas y fue pionero de la sociología urbana poniendo a las personas en el centro de la construcción del espacio y un defensor de la convivencia entre las personas y el medio”, afirmó la presidenta, quien remarcó su carácter “visionario”, ya que “tenía la disconformidad como norma y la heterodoxia fue su motor de avance”.
Y como tercer elemento del legado, Chivite citó la constructividad crítica. “Hacia comunidad desde la oposición, pero sin destruir. Era un agitador, pero estoy convencida de que estaría escandalizado de cómo estamos poniendo en riesgo la democracia”.