Pertenecen a varias quintas distintas, todas ellas originarias entre los años 1958 y 1961, y pese a que de niños apenas tuvieron trato directo por la diferencia propia de la edad, todos se veían en los rincones de un colegio gigante donde la mayoría de ellos no hizo demasiada carrera, aunque del que sí, en ciertos casos, no guardan mal recuerdo. Hace apenas un año se reunieron por una causa común. Se pusieron a hilar recuerdos de un tormento y tejieron una secuencia más o menos nítida de una persona que les perturbó la infancia. Proceden de la Rotxapea, Txantrea, Burlada o el Casco Viejo y son media docena de voces las que se suman a este reportaje en el que denuncian que siendo niños, entre los 9 y los 13 años según los casos, sufrieron abusos en forma de tocamientos por parte de un profesor laico que ejercía en el colegio Escolapios de Pamplona.

Dicho exprofesor, E.G., que está vivo y aparece como victimario en las publicaciones realizadas por la UPNA y el Gobierno de Navarra en torno a la pederastia en la Iglesia y los centros escolares en Navarra, desarrolló luego de su paso por la docencia y por dicho colegio una fructífera carrera como psicólogo y también ejerció en el ámbito universitario. Las denuncias actuales se centran en su etapa como docente en el colegio de Pamplona. Pero precisamente el hecho de su relevancia posterior y proyección pública en medios, tratando temas de bienestar emocional o de cómo canalizar el perdón no hacen sino enervar el ánimo de estos pamploneses que quieren ahora relatar esas vivencias y sus consecuencias.

El implicado, E.G., dice “no haber cometido abusos” pero muestra su “dolor y sufrimiento por si he causado dolor. Pido perdón por ello”, aseguró en una conversación con este periódico que viene reflejada de manera más extensa en el artículo adjunto a este. Por su parte, la actual dirección del colegio Calasanz Escolapios manifestó que no tenía conocimiento de lo sucedido hace más de medio siglo y se remitió al órgano de atención a las víctimas de Emaús para saber algo al respecto.

“Me invitó a ir a su casa para hacer clases particulares por la tarde. Me metió en la boca del lobo”

Vecino del Casco Viejo de Pamplona, 64 años - Exalumno de Escolapios de 1966 a 1974, denunciante de abusos de E.G.

La comisión encargada por el Ejecutivo foral para investigar y esclarecer estos casos ha reconocido ya a varios de los aquí denunciantes como víctimas desde una acreditación oficial, so pena de que en dicha nomenclatura no aparezca sin embargo el victimario de ese hecho. “Tratas de pasar página pero eso no se olvida”, narran la mayoría. “Y menos cuando ha estado durante décadas ofreciendo lecciones de vida y perdón”. Todos estos afectados se guardaron bien adentro el testimonio de su calvario, no lo hablaron con nadie, no lo desvelaron salvo a los más íntimos muchas décadas después, algunos apenas hace un par de años. Siguieron así masticando el dolor de encías para dentro. Así que ponerlo en común, en conocimiento del grupo, y poder aportar datos y detalles pese a tanto tiempo, no deja de ser un alivio terapéutico. Quizás su agresor sabría cómo ponerle mejor nombre.

“A los 10 años tenía pesadillas con ir al colegio. No tenía problema con nadie y hace tiempo entendí que era por esto”

Vecino de la Rochapea de 64 años - Exalumno de Escolapios de 1966 a 1974, denunciante de abusos de E.G.

Si bien en cuatro de las denuncias los hechos se produjeron en el propio colegio, existen otros dos testimonios que relatan lo sucedido en el piso en el que el agresor vivía en aquellos años, principios de los años 70, en el Casco Viejo de Pamplona. A todos ellos, en un ámbito u otro sea cual fuera en el que sufrieron las perrerías, les queda latente la sospecha de que no fueron las únicas víctimas, pero no ocultan que “cuando se acercaba a los pupitres, que eran de dos personas, y al que se arrimaba era al compañero de al lado, era todo un respiro”. Así de jodido era a los ojos de un niño ver cómo actuaba aquel profesor.

“Nos invitaba a jugar en su piso en lo Viejo. Íbamos varios chavales del barrio y seguro que no fui el único al que le metía mano”

Vecino del Casco Viejo de Pamplona de 66 años - Exalumno de Escolapios de 1965 a 1972 y denunciante de abusos de E.G.

“En clase yo era bastante trasto y me ponían siempre en primera fila, así que no veía lo que hacía por las mesas de atrás. En clase nunca me metió mano, pero como vivíamos en lo Viejo, recuerdo que por las tardes nos invitaba a varios chavales del barrio a merendar y a jugar en su casa. Era un piso amplísimo e igual te llamaba para alguna tontería mientras estaba sentado en el sofá. Ahí te sentaba en sus piernas y te metía mano en toda regla. Y supongo que al resto le haría lo mismo. Lo hizo varias veces. Era un maestro que iba de enrollado, hablador, un poco pedante, que tenía buena imagen, qué más querían los padres entonces que un maestro así se encargara un tiempo de sus hijos”, cuenta este pamplonés de 63 años.

Un rochapeano de un año más que el anterior dice que con el paso de los años ha tenido respuestas a situaciones a las que antes no encontraba sentido. “No tengo un mal recuerdo del colegio, pero lo que muchas veces me he preguntado es por qué había muchos días que le decía a mi madre que no quería ir a clase. Me pasaba con diez años, era como una pesadilla, me despertaba y no quería ir o mi deseo era que se le pasara a mi madre la hora de levantarme. Y eso ¿por qué ocurría si no tenía ningún problema con nadie? Pues ahora lo identifico con eso”, rememora.

En el pupitre y en las duchas

¿Y qué fue lo que le ocurrió a este exalumno para que el trauma siga presente? Lo mismo que a los otros en los que se refleja en el espejo. A cada uno les impartía materias distintas, desde Francés a Educación Cívica o Gimnasia. “Tenía unos 10 años y se me acercaba al pupitre por el lado izquierdo cuando estaba haciendo tareas. Con la excusa, se inclinaba sobre el pupitre, te metía la mano por el cuello y te bajaba hasta los testículos y el pene. Lo hizo más de una vez aunque no sabría decirte cuántas y creo que solo fue durante un curso. Pero yo me fui en el 74 y seguía allá”.

“Me metió mano en clase, en el coche y en un campamento se metió en la cama de un compañero”

Vecino de burlada de 63 años - Exalumno de Escolapios de 1967 a 1976 y denunciante de abusos de E.G.

El mismo modus operandi describen otros denunciantes, dos de 63 y otro de 65 años, procedentes de la Txantrea y de Burlada. “Tengo el mismo recuerdo, de que siempre se acercaba por la parte izquierda del pupitre, se te inclinaba con la excusa de ver lo que estabas leyendo y, mientras, su mano la metía por la ropa buscando llegar hasta las partes íntimas”. Todos ellos recuerdan sufrir estas agresiones entre los 9 y los 11 años. Uno de ellos añade como en gimnasia obligaba a ducharse después de clase y se ponía en frente de algún compañero y empezaba a decir, “mira como le cae la gotita a Fulanito, le llega hasta abajo... Y lo hacia delante de todos”. Uno de ellos llegó a sufrir y a observar tocamientos en tres escenarios distintos. “En el pupitre lo hacía tanto conmigo como con mi compañero de al lado. Luego recuerdo que en alguna ocasión nos llevó a casa en coche y si ibas de copiloto te metía mano donde podía. Y recuerdo que una vez fuimos fuera de casa, a una especie de excursión, a unos ejercicios a Irache. Dormíamos en literas, con unos 9 años. Yo me metí con un compañero en la cama porque hacía mucho frío y llegó él y me dijo que me fuera a la litera de arriba. Y él se metió con el amigo en la de abajo. Allí hubo un ruido muy extraño toda la noche, te lo puedes imaginar ahora. Pero nunca lo hablé con el compañero”.

Otro vecino de la Rochapea de 65 años y que acudió a Escolapios desde 1967 a 1975 apoya la denuncia de sus compañeros. “Cuando se acercaba al pupitre, ya sabía a lo qué venía. Yo veía a mi compañero de mesa y él me veía a mí, porque nos pasaba lo mismo. Se inclinaba, te pasaba la mano por la espalda, luego por el pecho y en mi caso la bajaba hasta el pubis. No pasó de ahí, pero fueron varias las ocasiones. Nunca dije nada, pero una vez me lo quité de encima pegándole un manotazo. Entonces sacó la mano con rapidez y no lo volvió a hacer. También en el gimnasio nos puso una vez delante a un compañero al que le habían operado de frenillo. Lo desnudó. Lo que más me indigna es tener que leerle a este individuo algunas cosas en sus artículos como que el odio mal gestionado mata. Hay gente que le odia porque les ha destrozado la vida”, concluye este exalumno.

En su domicilio particular para horas extra

Precisamente, a uno de los chavales a los que estuvo a punto de romper de arriba a abajo es ahora un fornido pamplonés de 64 años que vivía en el Casco Viejo de la capital navarra. “A mí me llevó a la boca del lobo, a su propia casa”, cuenta ahora, rememorando cómo aquel profesor laico de Escolapios le sugirió cuando él tenía 13 años que le vendrían bien unas clases particulares extra en su domicilio particular. Le indicó que podía pasarse por las tardes por el piso por el que vivía y que allí trabajarían matemáticas. En el colegio es curioso porque le impartía Francés y Pretecnología. Ocurrió en el curso 1974-75. Y nadie se enteró de aquello. Obviamente la víctima no lo contó. Una vez se cruzó en la puerta del piso con el que era su compañero de pupitre. Y ahora dice, “estoy seguro que pasó por lo mismo que yo porque se lo veía en la cara”. Este hombre cree ahora que el hecho de captarle se debió a que “me vio débil y se aprovechó de ello. Lo pasé fatal, solo quería largarme de allí, me llegó a descapullar mientras estaba allí dentro. He estado muchos años en silencio y piensas que lo has olvidado pero no es así. Es una persona que ha hecho mucho daño. Recuerdo que subió una vez a la pizarra a un compañero que le habían hecho la circuncisión en el pene y nos lo ponía delante y decía, ahora ya sabéis lo que es un pito circuncidado. Era cruel y creo que como otros tantos me he sentido humillado”, zanja.

Cinco victimarios en Escolapios en Navarra

Los Escolapios tienen en toda España acusaciones contra 47 de sus clérigos que abusaron de 77 víctimas. En Navarra concretamente figuran cinco que cometieron los supuestos abusos en los sesenta, varios de los cuales ya habían sido publicados en este periódico. Tres de esos casos pertenecen a la investigación del diario El País, la base de datos más actualizada a día de hoy: Faustino Osés (Pamplona), el Hermano Pedro (Estella) y el Padre Azcona (Pamplona). Los otros dos casos se dieron a conocer a través del informe del Gobierno de Navarra: Evilio Garcia (Tafalla) y E.G. (Pamplona), el ahora señalado.