on la designación de Laura Aznal como candidata de EH Bildu a las próximas elecciones autonómicas queda prácticamente fijada la paleta de colores que los ciudadanos podrán optar el 27 de mayo de 2023. María Chivite encara la reelección en un contexto de tensión política creciente en Navarra y en Madrid, pero con la convicción de que hoy por hoy no hay alternativa al Gobierno al actual. A falta de confirmación oficial, Geroa Bai buscará reforzar su espacio nuevamente con Uxue Barkos, mientras que la derecha opta por tercera vez consecutiva por Javier Esparza, sin concretar si irá a las urnas en solitario o en coalición. La coordinadora de Podemos, Begoña Alfaro, por su parte, pondrá cara en Navarra al Frente Amplio.

Repiten los principales candidatos que se disputaron la presidencia del Gobierno en 2019. Y quienes no lo hacen optan por perfiles similares a los de hace tres años. Hay cierto aire de continuidad en estas elecciones, lo que vaticina también un escenario no muy diferente para el día después. Todo en cualquier caso puede cambiar en este incierto último año, en el que quedan por disipar algunas incertidumbres importantes que pueden dar un vuelco al tablero electoral.

La primera está en el campo de juego de la derecha, en plena ebullición tras la expulsión de Sergio Sayas y Carlos García Adanero. UPN anunció hace más de un año un proceso de reflexión interna para decidir si repetía la fórmula de Navarra Suma o recuperaba sus siglas históricas, pero la decisión se ha pospuesto sin fecha. En otoño los regionalistas tienen previsto organizar unas jornadas preelectorales, pero tampoco está claro que de allí vaya a salir una solución definitiva.

Hay muchas dudas en UPN, que afronta la negociación con sus socios electorales en una posición de debilidad. Con Ciudadanos fuera de juego y Núñez Feijóo creciendo en las encuestas, el PP se siente en una posición de fortaleza y va a exigir una cuota mayor que no está claro que los regionalistas estén dispuestos a pagar. Esta vez además el PP tiene una alternativa. Está por concretar, pero la nueva plataforma que están poniendo en marcha los dos exdiputados de UPN puede ser una pista de aterrizaje para el PP si definitivamente apuesta por competir el espacio electoral a los regionalistas.

La partida está abierta, y la juega también Vox, que podría lograr por primera vez representación en Navarra. Así lo apuntan algunas encuestas, que confirman la implantación progresiva que la extrema derecha está logrando en prácticamente todas las comunidades. Los de Abascal, que tienen contacto directo con Sayas y Adanero en Madrid, podrían incluso explorar la nueva plataforma a modo de marca blanca para ampliar un espacio alternativo al centro derecha tradicional.

Tensión en Madrid

La forma en la que concurra la derecha, y parece claro que al menos habrá dos candidaturas, va a condicionar mucho un resultado final que dependerá también de lo que ocurra en Madrid. Con las elecciones andaluzas en el horizonte, el Gobierno de Sánchez afronta uno de sus peores momentos de la legislatura. Hay una disputa interna en la parte socialista del Gobierno por el fallo de seguridad en el móvil del presidente; un enfrentamiento abierto y cada vez más descarnado entre el PSOE y Podemos; y una desconfianza creciente en los socios de la investidura, molestos por el espionaje masivo e indignados por la respuesta -o más bien por la ausencia de ella- que se les ha dado desde la Moncloa.

Nadie quiere romper la baraja, mucho menos cuando la alternativa pasa por meter a la extrema derecha en el Gobierno de España. Pero el mal menor no puede ser siempre el argumento y la moneda no siempre va a caer de cara. Algunas voces apuntan incluso a un posible adelanto electoral en otoño. Ahora mismo no parece lo más probable porque al PSOE no le conviene ir a las urnas en una situación de debilidad, pero puede ser inevitable si las elecciones andaluzas van mal y la situación en Madrid se acaba volviendo ingobernable.

No sería un escenario deseable para el Gobierno de Navarra, que también presenta un creciente grado de inestabilidad interna. La ley del PAI ha puesto en evidencia una realidad soterrada desde hace tiempo, y que se repite en otras cuestiones como el Plan del Euskera, el peaje a los transportistas o el Instituto de Finanzas.

El PSN parece haber optado por imponer su mayoría en el Consejo de Gobierno, sobre todo en aquellas cuestiones que pueden tener coste electoral, apoyándose si es necesario en una derecha que suspira por volver a las viejas alianzas. Y eso ha dejado en una situación difícil a su socio de coalición, forzado a demostrar que su presencia en el Gabinete de Chivite no es meramente simbólica. Cómo se resuelven estas discrepancias es el principal interrogante que queda por resolver.

Sobra tensión y falta perspectiva en la mayoría de Gobierno, cuya viabilidad, y por extensión sus opciones de futuro, se juegan en el tramo final de la legislatura. Ya no hay margen para convocar elecciones anticipadas, y ni PSN ni Geroa Bai apuestan por romper la coalición. Pero ese es un escenario que ya no se pude descartar. A fuerza de pisar el acelerador, hay riesgo de accidente en alguna curva. Y la responsabilidad principal será de quien lleva el volante. l

La reconfiguración electoral de la derecha y el clima político que quede en Madrid van a condicionar mucho

el escenario en Navarra

A fuerza de pisar el acelerador, la coalición de Gobierno corre serio riesgo de salirse en alguna curva