pamplona - Cuenta Guillermo que en 2017, después de insistir con varias llamadas a su secretaria, consiguió reunirse con el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Monseñor Francisco Pérez, al que le trasladó los abusos que sufrieron tanto él y como su hermano durante su estancia en el colegio de Puente la Reina. “Fui a pedirles ayuda. Ellos me preguntaron de qué manera podían ayudarme. No sé, yo creo que en este tipo de cosas, por desgracia, tienen la suficiente experiencia como para saber de qué manera me podían ayudar. Pero no he recibido respuesta. Sí, me han llamado, pero no he recibido ayuda”, reconoce Guillermo.

“La única proposición que he recibido por parte del arzobispo es que la carta que mi hermano dejó en vida, en la que relataba esos abusos, se la diese para que ellos la metiesen en una urna secreta, una especie de cajón donde no mete la mano nadie. Y que de ese cajón las cartas no salen. El arzobispo de Pamplona quiso ocultar la carta en la que mi hermano hablaba de los abusos. No entiendo para qué la querían, la verdad. Pero tenía muy claro que esa carta que mi hermano escribió con el corazón no podía entregársela a esta gente para que la destruyese”, concreta.

En un contacto telefónico posterior, “le dije a la secretaria que estaba claro que no querían saber nada del tema. Y que me reservaba el derecho de hacerlo público el día de mañana. En esa última llamada les ofrecí la posibilidad de que fuésemos de la mano con esta denuncia pública los dos, para que la gente viese, y yo a la vez pudiera demostrar, que no quiero hacer daño a la Iglesia. A mí la Iglesia no me ha hecho nada, a mí me hizo daño un señor, y a mi hermano también. No quiere decir que porque un sacerdote hiciese esto, el resto de la Iglesia tenga que ser igual. Pero si quieres claridad, porque ellos animan ahora a que estos casos salgan a la luz, por lo menos acércate a mí, dame la mano y acompáñame en este camino tan jodido. Porque esto para mí es durísimo y muy amargo. Échame una mano y dime cómo hacerlo, que yo no me quiero rebozar en lo malo, en lo oscuro”.

disculpas de los padres reparadores Estos días Guillermo sí ha recibido varias llamadas de José Luis Munilla, “el superior de los Reparadores, para ver qué tal estaba e interesarse por mí. Me ha dicho que están conmigo, me ha pedido perdón en nombre de la comunidad y se ha ofrecido para ver qué pueden hacer para ayudarme. Me ha mostrado su apoyo, su cariño y su respeto. Todo lo que no hizo el arzobispo de Pamplona, que a día de hoy sigue sin hablar”, concluye.