Todos nos hemos despedido alguna vez de alguien y después hemos seguido los dos por el mismo camino. Se genera una situación extraña, desagradable y muy incómoda. Lo mismo nos ha ocurrido con la mascarilla. La tiramos por los aires en junio sin saber que todavía nos iba a acompañar varios meses más. Una inesperada sexta ola motivada por la variante ómicron se encargó de taparnos otra vez la boca. Hasta este jueves. Ha sido la segunda vez del primer día sin mascarillas.

“Por fin me siento persona. Me da el aire en la cara y estoy mucho menos agobiada. Agradezco que por fin se haya tomado esta medida”, explica Sandra Romero, que disfrutaba de otra jornada soleada en la Plaza del Castillo. El mero hecho de respirar a pleno pulmón en la calle era motivo de celebración. Eso, y el final de las gafas empañadas, los roces en las orejas, el sudor en la cara o la sensación de tener la boca seca.

Y eso que algunos, como Miguel Ángel Munárriz, ni siquiera sabían que la medida había entrado en vigor. “Creía que empezaba mañana. La verdad es que yo antes ya iba sin mascarilla cuando paseaba al perro. Con la excusa de que iba un poco haciendo deporte, iba medio sin mascarilla. Sí que es verdad que siempre trato de ir por zonas en las que no hay gente y que me la pongo en cuanto me meto al centro de Pamplona. Pero bueno, me alegro de que por fin se tome esta decisión porque ya se ha demostrado que la mascarilla no es necesaria en exteriores”.

Las calles de Pamplona volvieron a sonreír ayer. Y eso que el paisaje era todavía extraño. Aproximadamente la mitad de la población caminaba sin la mascarilla, mientras otros se resistían a abandonarla y algunos la llevaban en la barbilla o en la muñeca, siempre en guardia por si hiciera falta una intervención de urgencia.

“Yo creo que todavía hay que ser prudentes”, reflexiona Lucía Aquerreta, que paseaba con su perro con la mascarilla puesta por la Media Luna. “Prefiero llevarla porque, aunque sea incómoda, me protege. Creo que habría que haber esperado un poco más porque el número de contagios sigue siendo muy alto. Viendo cómo funciona este virus, no se puede descartar que volvamos otra vez a lo mismo”.

En diciembre, la variante ómicron nos hizo retroceder inevitablemente después de haber dado por terminada la pandemia prematuramente. Ahora, esperemos que este adiós sea el definitivo en exteriores, aunque el cubrebocas todavía seguirá siendo un complemento imprescindible en interiores y en eventos multitudinarios cuando no se mantenga la distancia de seguridad.

Desahogo para los trabajadores

La medida fue acogida con especial agrado por los empleados que trabajan en la calle y que se podrán quitar la mascarilla siempre que puedan mantener la distancia. Ese es el caso de Álex Moro y Nacho, jardineros de la empresa Eulen en Pamplona. “Tendremos que seguir llevándola cuando vayamos en los camiones, pero en exteriores no hará falta que trabajemos con mascarilla cuando haya distancia, que es casi siempre. Vamos a estar mucho mejor”, aseguran.

Primer patio sin mascarilla

Las flexibilizaciones también llegaron al ámbito escolar y ayer se puso fin al uso de la mascarilla en los patios por primera vez desde el inicio de la pandemia. Además, se suprimió la diferenciación de grupos burbuja por edades o niveles en los patios, algo que se había recuperado tras la vuelta a las aulas después de la Navidad.

“En el patio ya nos dejan estar sin mascarilla y ha sido mucho mejor”, expresa con ilusión Marcos Martínez, alumno de primero de Primaria del colegio El Lago de Mendillorri. Su padre, Abel Martínez, reconoce que “los críos estaban ya con muchas ganas porque están saturados”. “Creo que con el ritmo de vacunación que llevamos se debería haber quitado la mascarilla en exteriores antes”.

Más cauteloso se muestra Cristian Palomeque, quien reconoce su alegría porque a los niños les viene muy bien, pero sigue teniendo dudas. “Estamos un poco a la espera de ver cómo van surgiendo las cosas. Como todavía no están todos vacunados, yo sería un poco más prudente con los pequeños”.

El uso del tapabocas al aire libre ha generado polémica entre científicos y políticos y, como no podía ser de otra manera, también hay división de opiniones entre los padres. De lo que no hay duda es de que los más pequeños disfrutaron ayer de un patio muy especial: sin mascarilla después de casi dos años sin poder hacerlo