Parece que estamos rodeados de nuevos miedos y fobias, como las del contacto físico o, en casos más extremos, temor a salir a la calle.

-El mundo de las emociones se ha visto profundamente afectado. A medida que avanzaba la pandemia y que creía la incertidumbre, hemos observado como crecía el miedo a la enfermedad, pero también el enfado y la rabia, a la par que la tristeza y la angustia. Al principio temíamos la enfermedad, el contagio y las consecuencias del mismo, más adelante, a este miedo se ha añadido la tristeza que provocaba la incertidumbre y el comprobar que el proceso era mucho más largo de lo previsto o esperado.

"Al principio, se trabajó con la predición de una rápida recuperación económica, pero han sido dos años de ERTEs y de EREs"

Hay también latente una sensación de tiempo perdido, que se acrecienta entre los jóvenes y entre los mayores.

-Creo que esta sensación está más presente entre la gente joven que entre la gente mayor, por contradictorio que pudiera parecer. Entre la gente joven se ha generalizado la sensación de estar perdiendo años valiosos y oportunidades de diversión y de relación.

Mucha gente ha visto también truncado su futuro profesional o sus proyectos de vida en estos dos años.

-El impacto económico de esta crisis sanitaria empezó a notarse muy pronto. Al principio, cuando se creía que la pandemia duraría menos, se trabajó con la predicción de una rápida recuperación, pero han sido dos años de ERTEs y de ERES y dos años de restricciones a la movilidad que han afectados sectores como el gastronómico, el lúdico, el cultural, el turístico, etc. En este sentido, creo que es importante recalcar que ha habido una diferencia muy importante en cómo se ha respondido a esta crisis desde las instituciones: en la crisis financiera de 2008 la respuesta fue el reajuste y el recorte, mientras que en esta crisis ha habido una preocupación por invertir en aquellas personas que lo estaban pasando mal, y un ejemplo claro de ello han sido los ERTEs que ha permitido mantener puestos de trabajo.

"En España y en Euskadi no creo que pueda hablarse de una fractura de la sociedad si atendemos al número de personas vacunadas"

Mientras gran parte de la sociedad ve a la ciencia como salvadora, en contraste proliferan movimientos negacionistas del covid, escépticos, antivacunas... ¿Se está fracturando en dos la sociedad?

-En España y en Euskadi no creo que pueda hablarse de una fractura en dos de la sociedad si atendemos al número de personas vacunadas que es muy superior al número de personas no vacunadas. La mayoría de la población ha creído en la ciencia y ha confiado en las instituciones y eso ha provocado que los niveles de vacunación sean tan altos, de hecho, uno de los más altos de todo el mundo.

También es interesante observar el control al que hemos sido sometidos al tener que obedecer nuevas normas, restricciones, limitaciones de movimiento. ¿Existe una pérdida de libertad?

-Este es un debate sumamente interesante y en estos dos últimos años ha habido una significativa evolución. No debemos olvidar que en marzo de 2020 se nos pidió, de un día para otro, que nos confináramos en casa, decretándose un estado de alarma, y la gran mayoría de la población aceptó sin rechistar, obedeció las instrucciones y asumió el recorte de libertades que esa situación implicó. Con el paso del tiempo ha habido una contestación mayor las normas y limitaciones, en parte porque resultaban a veces contradictorias, en parte debido al hartazgo. Sin embargo, no ha habido un profundo debate sobre cómo se ha visto afectada la democracia y el ejercicio de las libertades individuales, sino todo lo contrario, una banalización de dicho debate y la frivolización de lo que supone el ejercicio pleno de nuestras libertades, equiparándolo con tener la opción de "tomarse una cerveza".