PAMPLONA.- La psicóloga lo llamaría depresión; el místico, búsqueda del yo; un artista, crisis de creatividad; la persona ‘práctica’, una pérdida de tiempo. Maite Mutuberria lo llamó Enorme suciedad. Así de sencillo, a la par que duro, complicado y descarnado. La artista navarra (Eltzaburu, 1985) presentó ayer en el Centro Huarte las dos versiones, en euskera y castellano (Lohia), de su último trabajo, que ha visto la luz gracias a las ayudas a la edición para las artes plásticas y visuales, impulsadas por el propio Centro y el Gobierno de Navarra, y de la mano de la editorial Pepitas de calabaza. Julián Lacalle, su editor, apuntó que el libro se distribuirá inicialmente por todo el Estado para posteriormente dar el salto a México, principalmente, en un amplio recorrido internacional. “Para nosotros es un auténtico lujo editar este trabajo, tanto por su dureza y profundidad como por el hecho de que se atreva a hablar de cosas que habitualmente escondemos”. Lacalle también destacó el nivel de ilustración del libro, “de 15 sobre 10”, y su composición, “muy elaborada, aunque aparentemente uno no se dé cuenta”.

Enorme suciedad “Quería darle un nombre. ¿Cómo llamar a lo que me agotaba tanto? ¿Al dolor con el que manchaba todo? ¿Qué palabra usar para ese borrón? Solo supe volcarlo en mis cuadernos. Y como seguía sin saber nombrarlo, lo llamé suciedad”. Con estas palabras, la propia artista introduce al lector en su nuevo álbum, íntegramente en blanco y negro con los trazos del lápiz perfectamente reconocibles. “Enorme suciedad es el cuaderno de una crisis, esa es la manera que he encontrado para definirlo, ya que su origen está en un momento de oscuridad por el que puede pasar cualquier persona. Una etapa en la que, por incapacidad o por inconsciencia, empecé a dibujar en cuadernos íntimos, como si fueran una vía de escape para volcar lo incomprensible de mis sentimientos y emociones. Enorme suciedad nace de esos cuadernos sin objetivos, pero ahora es otra cosa. Se transformó en libro y lo inconsciente pasó a ser un proyecto con un objetivo: partir de lo propio y lo cotidiano para contar una historia que no fuera solo la mía”, explicó Mutuberria (premio de Periodismo Ricardo Arregi 2017 o Etxepare 2013, entre otros), apuntando también que “he querido pasar por las diferentes fases de un proceso de indagación en la suciedad. Esa suciedad que, para mí, todos llevamos, no se limpia al final, sino que es algo con lo que tenemos que aprender a vivir”.

De esta forma, en una segunda fase del proceso, la artista navarra recopiló todos sus dibujos “e intenté darles un orden o una narrativa, ya que mi idea era que se pudiera leer de principio a fin”. Pero que nadie se imagine un relato al uso, ya que este álbum incluye “garabatos, dibujos, manchas, citas, pequeña notas... que se hilan a medida que se leen. Así, he pretendido conservar la capacidad que tiene cualquier dibujo de artista para remarcar ideas, así como la capacidad de los cuadernos de mostrar descarnadamente a su autor. Por eso, las ilustraciones son, en realidad, bocetos, con toda la expresividad que tienen los dibujos inmediatos y viscerales”. De hecho, el libro finalmente editado conserva la forma y el tamaño de un cuaderno, lo que no quita para que dentro atesore una cruda pero bella suciedad. “Confieso que en todo este proceso he tenido mucho miedo de enseñar algo que había sido creado solo para mí, y verme obligada a contar mi historia; pero cuando he compartido el libro, me ha aliviado mucho el haber recibido la emoción de personas que, en circunstancias similares a la mía, han sentido algo similar. Por eso confío en la capacidad que tienen los dibujos de leerse en todas direcciones”, apostilló.

Pepitas de calabaza. El libro (160 páginas) sale a la venta a 21 euros. A través de www.pepitas.net se puede adquirir a 19,95 euros. Se han editado 1.200 ejemplares en castellano y 400 en euskera.