ada año por estas fechas vuelvo a leer un artículo que escribí en el año 2012 titulado Tablet + PDF no es Escuela Digital y cada año me parece que lo acabo de escribir. Quizás en aquel momento empezaban a surgir los primeros iPad -apareció en enero de 2010- y a muchos colegios les pareció adecuado empezar a llenar las aulas con estos dispositivos pero continuaba un problema de base, el de los contenidos. Creo que este problema sigue pero al menos ya tenemos claro que los ordenadores portátiles son ahora mismo el elemento ideal para las clases. Los pueden llevar y traer cada día del colegio a su casa, les dan la posibilidad de cuidarlos, llevarlos siempre cargados de batería y empezar a valorar su herramienta principal de estudio. Pero por desgracia la mochila sigue repleta de libros y cuadernos que en ocasiones son un duplicado de lo que también tienen en el ordenador. Por tanto, el problema continúa con los contenidos.

Para las editoriales, la gallina de los huevos de oros han sido toda la vida los libros de texto escolar. Acompañados por los cambios de leyes que hacían que un libro no pudiera pasar de un hermano a otro si había dos cursos de diferencia, había que pasar cada año por caja y, por si alguien estaba tentado de reutilizar libros, ya se encargaba la editorial de incluir páginas para colorear, recortar o en las que escribir y así inutilizar esa absurda idea. En la actualidad los contenidos se pueden encontrar en tres formatos. El libro digital, un absurdo de la era actual, donde desaprovechando todas las posibilidades que nos da la tecnología nos encontramos un libro en un soporte muy parecido al de un PDF, pero con una licencia especial que hace que para poderlo leer tengamos que comprar el visor especial que nos lo permita. En ocasiones añaden enlaces a Internet o vídeos de YouTube, no vaya a ser que alguien escriba un artículo diciendo que son una copia de libro en papel, aunque sea así.

El segundo formato es el de las plataformas digitales. Las editoriales luchan como los visitadores médicos tratando de hacer que su medicamento sea el más recetado, para que el colegio compre su plataforma. Como no sé nada sobre el mundo farmacéutico y los métodos que usan para conseguir ese fin, dejo a la imaginación de los lectores qué método se usará para animar a un centro educativo a decantarse por una plataforma u otra. Supongo que un descuento, o no. Este sistema consiste en pagar una suscripción por parte del colegio y por parte de los padres, para poder acceder tanto desde su clase como desde su casa a los contenidos que los profesores van a impartir a lo largo del curso. Si un año quieres ver contenidos de años anteriores, olvídate; o si quieres ver los de los próximos años, igual. Según ellos, el modelo es similar al de la compra de un libro de texto, si alguien quiere consultar el del año próximo tendrá que comprarlo. La discusión que suelo tener es si realmente el valor de estos contenidos está adecuado a su precio. Además, las clases quedan muy encorsetadas y en ocasiones los profesores no se salen del guion para que no piensen en las casas que han hecho una mala compra.

La última forma de usar los contenidos requiere que el centro trabaje en función de proyectos y son los propios alumnos ayudados por el profesor los que generan los contenidos, eso sí, tratando en la medida de lo posible de seguir el plan de estudios. Pero esto es un sueño que de momento he visto en muy pocos colegios y que espero que algún día sea el titular de nuestra columna.

@juandelaherran