Por una parte, David Alegría es doctor en Historia y compagina la investigación con su trabajo en la gestoría familiar Alegría de la plaza Merindades, en el centro de Pamplona. Por otro, el norirlandés Conrad Gallagher es profesor y examinador oficial de los exámenes Cambridge. Conrad tiene una academia de inglés, InEnglish Pamplona. Sus vidas se cruzaron hace más de 20 años, cuando Conrad empezó a salir con una pamplonesa (ahora su mujer) que había conocido en su Irlanda natal. Ella fue el nexo entre los dos. Y ambos congeniaron rápidamente por su carácter extrovertido y gustos en común. “David es muy fan de Irlanda, quizás más que yo”, expone Conrad. “Y él es más navarro que yo”, responde rápidamente su amigo. 

La dupla entre Irlanda y Navarra (o Navarra e Irlanda, aquí no existen los favoritismos) funciona. “Hay una especie de simpatía mutua. Conozco a varios irlandeses que se han afincado en Navarra y nos llevamos bien”, cuenta David. “Somos parecidos en muchos aspectos y después hay varios denominadores comunes históricos que apelan a nuestra fuerte identidad cultural y religiosa”, siendo el Camino de Santiago, según el historiador, “una palanca de enlace” entre los dos territorios. “Faith and craic”, resume Conrad, en referencia al arraigado catolicismo irlandés y el incombustible optimismo del que hacen gala en el país de James Joyce, Bono o The Pogues. El sentido del humor, la vida alegre y, cómo no, los sanfermines, la fiesta entre las fiestas, son otros ingredientes que no pueden faltar en la olla navarro-irlandesa. “La hemos rebautizado como sanferguinness’”, sueltan entre risas. 

“La hemos rebautizado como ‘sanferguinness”

Puente cultural

David Alegría y Conrad Gallagher son el presidente y vicepresidente, respectivamente, de la asociación Navarra Irlanda (ANIR) que oficialmente se presentó el pasado 10 de octubre en el salón Pinaquy de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, antigua iglesia de las Salesas. El acto contó con la presencia del consejero de la embajada de Irlanda, Adam Tuohy, y Rocco Caira Finazzi, cónsul honorario irlandés en Bilbao, y la actuación de un conjunto de arpas dirigido por la arpista local Alicia Griffiths Turrillas. En sus primeras semanas de vida, ANIR ya había logrado superar holgadamente la barrera de los 60 socios, el objetivo inicial por parte de sus fundadores. 

Parecidos razonables


David y Conrad están convencidos de que Navarra e Irlanda comparten más cosas de lo que a primera vista puede parecer. Tirando del hilo de la historia, desde ANIR subrayan varios nexos comunes que se remontan a la época medieval; la presencia de soldados irlandeses en suelo navarro entre los siglos XVII y XIX; y hasta un “príncipe navarro-irlandés” llamado Carlos Vicente O’Reilly y Arraiz que vivió a principios del siglo XIX en la calle Zapatería del Casco Viejo de Pamplona. Otra curiosidad: mientras que Brígida de Kildare es copatrona, junto con San Patricio, de Irlanda, en Olite se encuentra la ermita de Santa Brígida, restaurada en 2021 y que tiene, al menos, 800 años de antigüedad. “Es todo un misterio cómo pudo llegar hasta el centro de Navarra en una época tan temprana”, comentan desde la asociación. Tal vez, intuyen, por peregrinos irlandeses o repobladores francos a través del Camino de Santiago. 

Para poder asociarse y formar parte de este “puente cultural”, tal y como lo han bautizado, basta con rellenar un sencillo formulario en la página web de la entidad, navarrairlanda.com. La cuota anual es de 30 euros. David y Conrad no ocultan su sorpresa al comprobar que, entre una mayoría de socios navarros, también se han animado a participar “personas afincadas en Barcelona, Madrid, Donostia, Irlanda, Portugal, Francia… ¡Hasta en Nueva York!”, exclaman.

La chispa que prendió en Ororbia

El plan de montar una asociación que “estreche lazos sociales, culturales y humanos” entre Navarra e Irlanda no es una ocurrencia de dos colegas que se llevan bien. O, al menos, no es solo eso. Viene de un éxito inesperado. En verano de 2023, David Alegría dirigió las jornadas irlandesas de Ororbia con motivo del 150 aniversario de la muerte del soldado irlandés carlista John Scannell Taylor, enterrado en este concejo de la Cendea de Olza. Durante los días 21, 22 y 23 de julio, la pequeña localidad navarra se convirtió en una Irlanda en miniatura con conferencias, conciertos de música celta, desfile de gaitas y una degustación de cervezas Guinness. Fue un auténtico bombazo. Esperaban unas pocas decenas de personas y se juntaron más de 1000. La chispa de la asociación ya se había encendido.  

Irlanda, conocida popularmente como la isla esmeralda, por sus preciosos acantilados y paisajes tapizados de verde, tiene mucho que ofrecer. A Conrad le gustaría que la asociación sirviera para ir más allá de los clichés y poder conocer mejor su país. “Irlanda es muy rico culturalmente”, subraya. Su compañero y amigo da un dato que resume un flechazo. “Cada año visitan la península ibérica 2,8 millones de irlandeses, lo que prácticamente supone la mitad de toda su población”.