Lo esencial está en lo más sencillo, en aquello que se vive de manera más sincera, desde el corazón. Ése es el verdadero espíritu de la Navidad: un niño -“el salvador”- que nace en un portal arropado por pastores que, por cierto, eran discriminados en la cultura hebrea por trabajar los sábados, recordaba ayer el párroco de San Juan de Burlada Javier Arbilla al hablar de colectivos marginados. En la cárcel de Pamplona donde él trabaja alguno de los presos y presas se fijaban estos días en las figuras de barro del belén que simulan a un Cristo que se “embarra de la realidad, del enfermo, del desprotegido”. Hay muchas miradas diferentes que nos enseñan otra forma de vivir esta Navidad.

Lo reconocía también hace un par de días en un reportaje sobre Navidades alternativas Irati Vidan, presidenta de la asociación Haziak formada por jóvenes tutelados y extutelados. Organizaron una comida este sábado a la que se apuntaron 14 personas en la sociedad gastronómica Gure Atsegin en la Rotxa. Chavales que dejan de estar sujetos a unas reglas y normas al cumplir la mayoría de edad y salir de los pisos vigilados, que se sienten libres pero cuya integración social no resulta tan fácil, cuando no son estigmatizados por la sociedad si son Menas.

De pasar la cena de Nochebuena y la comida de Navidad con apenas 60 euros y contentar a toda su familia sabe mucho la burladesa Sara Landa que en realidad lo que valora es que sus hijos "son felices, disfrutan de poder estar juntos, la ilusión de reunirse está por encima de todo”. Ella sabe perfectamente lo que ha costado encontrar la vivienda que ahora tiene alquilada en Burlada. Años.

También Ababa, se enfrenta -en este caso sin custodia compartida, completamente sola- a la vida, con sus dos hijos de 14 y 10 años en una habitación de una vivienda de un barrio de Pamplona por la que paga 400 euros. No le importan las estrecheces ni cenar en Nochebuena un arroz frito con verduras típico nigeriano porque para ellos es el mayor manjar, lo que le preocupa es que su hijo mayor no tenga un espacio donde poder estudiar sin ruido. Alicia Izal, mujer trans y lesbiana, celebra la Navidad con su esposa recordando “el nacimiento de Jesucristo” y desde su militancia en el movimiento LGTBI pide a la sociedad que siga luchando por los derechos de “todas las personas”.

También tres mujeres pelotaris Maite Ruiz de Larramendi, Iera Agirre y Maider Ardanaz se pusieron el sábado el traje de poxpolina y anudaron un pañuelo a Olentzero en Iruña para reivindicar un mayor protagonismo para la pelota femenina, para que las que “vengan detrás tengan un camino más sencillo y puedan decidir si se quieren dedicar profesionalmente a la pelota”. Hemos regresado del oscurantismo de la pandemia al mundo de las celebraciones pero sin olvidar que lo importante, lo esencial, siguen siendo las personas, sus necesidades y los retos que nos quedan como sociedad.