- Lo que organizó ayer Jagoba Arrasate en el centro del campo de Osasuna es lo más parecido al Triángulo de las Bermudas, ese espacio ubicado en pleno océano Atlántico entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami y en el que hay documentadas cientos de desapariciones de barcos y aviones. Haciendo un símil con lo que ocurrió ayer sobre el césped de El Sadar, Lucas Torró, Darko y Moncayola ejercieron de vértices de un triángulo futbolístico sobre el que Osasuna cimentó una victoria que le permite abrazar la permanencia casi de forma definitiva a siete jornadas de la conclusión de la Liga. Y es que el escaso fútbol que propuso ayer el Elche murió casi siempre en la amplia zona que abarcaron los tres centrocampistas rojillos.

El regreso de Lucas Torró al once inicial de Osasuna fue una de las dos variantes que introdujo su entrenador respecto al que presentó hace una semana en La Cerámica ante el Villarreal. Arrasate repitió su apuesta de jugar con un único delantero y el alicantino encontró acomodo en la alineación titular, en detrimento de Javi Martínez, para ejercer de ancla en el centro del campo, donde cortó balones a destajo (por arriba y por abajo) y donde le escoltaron Darko y Moncayola, infatigables en la presión y generosos en las coberturas.

La mejor prueba de que el técnico rojillo acertó con su propuesta se puede encontrar en el primer gol, que nació de un robo entre Torró y Darko en un saque de banda del Elche. El desenlace, un buen balón en profundidad de Rubén García para Manu Sánchez, un genial pase atrás del lateral madrileño y un certero zurdazo de Kike Barja para abrir el marcador.

Todo esto ocurrió en el minuto 38 de un partido en el que los rojillos no se adelantaron antes de milagro, cuando Moncayola, tras una poderosa conducción de unos cuantos metros, enganchó un derechazo desde la frontal del área que el meta del Elche desvió a córner con la punta de los dedos. Y para rematar, el 2-0 llegó producto de la insistencia de Darko, que persiguió un envío en largo de David García, se deshizo de un rival con un caño y provocó un gol en propia puerta de un adversario.