Osasuna sumó por segunda jornada consecutiva. Tras ganar el pasado jueves al Espanyol en El Sadar (1-0) y poner fin así a una racha de cuatro partidos sin conocer la victoria, ayer volvió a añadir un punto a su casillero merced a su empate en Montilivi contra el Girona (1-1), igualada que a bote pronto supo a poco a los rojillos. Principalmente por tres motivos: porque dispusieron de más ocasiones que su adversario para llevarse el triunfo, porque se adelantaron en el marcador con un golazo de Kike Barja (sustituto del lesionado Abde en el minuto 8) y porque encajaron el tanto del empate justo antes del descanso (en el minuto 46) en una jugada de estrategia mal defendida y que llegó producto de una más que dudosa falta de Lucas Torró sobre Yangel Herrera, acompañada además de una tarjeta amarilla para el centrocampista alicantino.

El Girona igualó la contienda cuando Osasuna controlaba un encuentro que empezó torcido para el conjunto navarro con la lesión de Abde y que enderezó el cuadro de Arrasate con el gol de su sustituto, un Kike Barja inédito en Liga desde el pasado 12 de septiembre y que ayer jugó más minutos (82 y los que se añadieron en la primera y la segunda parte) que en las diez jornadas anteriores (70 en tres partidos).

Ocurre que a Osasuna le empataron con un gol psicológico, porque se produjo justo antes de que el árbitro del encuentro, el canario Juan Luis Pulido Santana, pitara el final de la primera parte, y también polémico. ¿Por qué? Porque el Girona marcó en una acción de estrategia producto de una dudosa falta de Lucas Torró a Yangel Herrera. Como el colegiado añadió a la infracción una tarjeta amarilla, en el acta se pudo leer el motivo de la misma: “Entrar a un contrario de forma temeraria en la disputa del balón”. En ningún momento habla el trencilla de contacto físico, principalmente porque no lo hubo, como demostró la repetición televisiva, aunque puede ser que interpretara la acción del centrocampista de Osasuna como juego peligroso por levantar el pie más de la cuenta.

Los gestos de dolor de Yangel Herrera, no se sabe a ciencia cierta si fruto de la exageración o de que el balón le golpeó en una zona muy próxima a sus genitales, puede ser que ayudaran a Pulido Santana a tomar una controvertida y decisiva decisión. Y es que el Girona aprovechó la falta para hacer el tanto del empate. Un buen servicio de Aleix García desde la banda derecha del ataque de su equipo la aprovechó Yangel Herrera para dejar el balón atrás y que David García, en semifallo, pero a placer, batiera a Sergio Herrera. Fue el tanto del empate, el a la postre definitivo 1-1, porque, eso sí, Osasuna no supo aprovechar sus ocasiones para cerrar el partido ni antes ni después del empate.