Osasuna dio una bocanada de aire en San Mamés porque sumó un punto en el campo de un buen equipo, el Athletic, que circula por la Liga a toda velocidad, y le puso también luz al túnel oscuro en que parecía que se había convertido este tramo último de la temporada. El equipo de Vicente Moreno recuperó actitud y orden y ofreció una buena imagen general para llevarse un punto, sumar, cortar la racha, creer, rellenar las bombonas de la confianza.

Metido en una crisis de resultados que se ha convertido en una herida profundaOsasuna ha ganado un partido de diecisiete, este es el panorama que sigue quemando la trayectoria de esta temporada–, la restauración anímica del empate en San Mamés con el nuevo punto en la clasificación es lo que le queda a los rojillos de este encuentro. Un dulce para el hambriento, que es el caso de Osasuna. El plan B, que dice que cuando no se puede ganar hay que empatar, salió bien.

Osasuna se llevó un punto del campo del Athletic en un partido en el que hubo intensidad y actitud, un plan defensivo que funcionó –una defensa de cinco con solidaridad en las ayudas y mucha atención–, y un esfuerzo evidente por parte de todos los jugadores que llegó a confundir y disminuir a su rival. El equipo de Valverde es una máquina de recursos ofensivos, juega a un ritmo endiablado y para salir indemne de San Mamés hay que hacer un montón de cosas bien.

Entre otras, que todos los jugadores respondan. En esta faceta, Osasuna encontró una ayuda superlativa en Aitor Fernández. No es que no se contaran con las habilidades del portero –relevo de Sergio Herrera, el titular habitual, castigado con la suspensión en Bilbao por acumulación de amonestaciones–, sino porque el cancerbero rojillo fue elevado al estrellato por una actuación perfecta.

El Athletic no estuvo acertado, pero sí fue capaz de probar al meta de Osasuna en un puñado de acciones en las que el gol fue evitado por sus intervenciones. El alto grado de concentración fue un hecho que se manifestó especialmente en el portero y se repitió en el resto de los jugadores de Osasuna, que demostraron que, serios en sus acciones, severos con sus rivales, comprometidos e intensos, pueden ofrecer unas prestaciones mucho mejores. Si se trata de creer, Osasuna ya sabe por dónde va el credo. Quizás solo se trata de recuperarlo.

Osasuna, con los apuros lógicos de un rival que aprieta, supo dar continuidad a un buen trabajo defensivo que le llevó a navegar por el encuentro con convicción, pasando apuros de forma puntual. El equipo de Vicente Moreno hizo una buena primera parte y se impuso al Athletic durante el primer tramo del partido gracias a una puesta en acción mucho mejor. Se metió en el campo de su rival a base de centros y llegadas y, en una de esas, dispuso de su oportunidad más clara en un cabezazo de Lucas Torró que repelió el poste izquierdo de Unai Simón.

El equipo de Vicente Moreno estuvo sobre todo atinado en la contención, cerrando los caminos a los Williams y tratando con contundencia a Maroan, el delantero marroquí que es un tanque y se desempeña como tal, es decir, sin delicadeza y aplastando –un buen recurso para plantear el ataque sin contemplaciones–.

El Athletic apareció de verdad en el partido en el minuto 25, con un cabezazo de Iñaki Williams que detuvo sin problemas Aitor Fernández. El portero de Osasuna ya se puso mucho más serio en dos disparos de Nico Williams y Yuri, en los que sacó la manopla a pasear. El conjunto de Valverde se metió tarde en la faena, pero se metió avisando.

A Osasuna, reforzado su sistema defensivo con cinco defensas, y con el resto del personal corriendo por todas partes y demostrando un esfuerzo generoso, no le sorprendió la reaparición de su rival en el segundo tiempo. Lo mejor del Athletic estuvo en cinco minutos, suficiente de todos modos como para haber ventilado el partido si no llega a interferir el portero de Osasuna.

A los once minutos, Aitor interceptó un pase malintencionado de De Marcos y a los catorce, evitó el gol de Nico Williams en una llegada del extremo en plan estampida –Areso también molestó en el disparo con su pugna cuerpo a cuerpo con él–. Iñaki Williams firmó otra ocasión del Athletic, dos minutos más tarde, en un intento de centro que resultó un remate raso que se marchó junto al poste.

Fueron los momentos de más emoción del Athletic, que se aprovechó de que Osasuna estuvo demasiado hundido, quizás impulsado a la adopción de todas las precauciones del mundo porque son necesarios los resultados y se siente el temor.

El equipo de Valverde insistió hasta el final –fue un partido muy abnegado por su parte, pero falto de pericia–, pero sin crear ocasiones de peligro tras la agitación máxima de los primeros minutos tras el descanso. Osasuna –su partido fue en cambio de muchos nervios con el paso de los minutos–, fue capaz de mostrarse algo más en ataque por el desorden de su rival y llegó a disponer de su ocasión en el minuto 90, en una aparición de Rubén Peña que concluyó con remate sobre el cuerpo de Unai Simón.

Osasuna necesitaba darse un respiro y San Mamés fue un buen lugar. Otra cosa es que acabe por llegar la calma.