Cuando Cristina Ibarrola abandonó el sillón que había ocupado desde el inicio de la ceremonia junto al resto de los candidatos al Ayuntamiento de Pamplona para dirigirse a la mesa presidencial para dirigir sus primeras palabras como alcaldesa, su sitio fue ocupado por Koldo Martínez, que como concejal de mayor edad había presidido hasta ese momento la sesión.

Sentado el candidato de Geroa Bai en la esquina, junto a Joseba Asiron, de EH Bildu, y al lado de éste Elma Saiz, la portavoz del PSN, la imagen de los tres evitándose las miradas, sin cruzar apenas palabra y el gesto serio, simbolizó mejor que nada el fracaso que ha supuesto para las formaciones progresistas el desenlace en la Alcaldía de Pamplona.

Más votos y mayor representación que hace cuatro años no han servido para buscar una alternativa. Cada uno ha hecho lo que había dicho que iba a hacer; cada uno hizo lo que se esperaba de ellos, pero el resultado no cambia y como en 2019 la derecha en minoría se vuelve a llevar al gobierno municipal.

Ibarrola no lo vio claro hasta el último momento, con la duda de saber si las fuerzas progresistas, que suman 16 representantes frente a los 11 de la derecha, iban a ser capaces de encontrar una vía que le dejara sin la Alcaldía.

Los contactos que se mantuvieron en las últimas 48 no sirvieron para desatascar el bloqueo entre PSN y EH Bildu. Cada uno se mantuvo en sus posicionamientos, haciendo cálculos y estrategias mientras se iban contando los votos emitidos por los 27 concejales: 11 para Asiron (8 de EH Bildu, 2 de Geroa Bai y 1 de Contigo-Zurekin), 5 en blanco (los del PSN) y 11 para Ibarrola, que fue nombrada alcaldesa como candidata de la lista más votada en los comicios del 28-M.

Su círculo más íntimo está convencido de que puede sacar la tarea adelante, que su capacidad de trabajo y sus dotes para la gestión le van a permitir gobernar la ciudad.

Ella también lo está. Aunque reconoce que no será sencillo y que necesitará buscar acuerdos, afronta el reto con determinación, consciente de que los 9 votos de su grupo y los 2 del PP son insuficientes y que no se lo van a poner fácil.

Nuevo equipo de Gobierno

Su situación de partida es peor que la que tuvo Enrique Maya, que tenía más concejales (13) y un único grupo municipal.

La primera decisión de la nueva alcaldesa ha sido formar un equipo de Gobierno con integrantes de UPN, como anunció, aunque no puede pasarse por alto que sus primeras palabras en la sala de prensa fueran para agradecer el apoyo de los populares en la sesión de investidura.

Habrá que ver cuáles son sus primeras medidas, si su predisposición al diálogo se mantiene y si su capacidad de consensuar le permite sacar adelante proyectos que su antecesor no fue capaz de aprobar por falta de respaldos.

Si tiene dudas sobre el futuro que le espera puede mirar a lo que ocurrió en la pasada legislatura. Maya no logró aprobar el primer presupuesto, pero sí el segundo gracias a un pacto con el PSN que no duró mucho, pero le sirvió para terminar el mandato sin demasiados sobresaltos financieros.

A partir de ahí, el alcalde saliente se dedicó a gobernar por su cuenta, utilizando la Junta de Gobierno Local para aprobar sus iniciativas al margen de los grupos municipales de la oposición, a los que ni tan siquiera informaba, como en el caso del parking de la Plaza de la Cruz, cuya licitación ha sido aprobada en las últimas horas de su mandato, antes de que se supiera el destino de la Alcaldía.

Ibarrola tiene a su lado tiene muchas caras nuevas y otras con experiencia, como María Caballero, María Echávarri o Javier Labairu, a los que ha colocado en puestos claves en la primera organización de las áreas municipales aprobada de forma provisional tras su elección.

Efectos en la oposición

La votación del sábado también sirvió para despejar las dudas en EH Bildu, que hasta el final no tuvo claro si los 2 votos de Geroa Bai y el de Contigo-Zurekin iban destinados a su candidato.

Cuando vieron que los 11 votos tenían el nombre de Asiron respiraron aliviados y el PSN, como ocurrió con el inolvidable ‘agur Asiron’ que pronunció Maite Esporrín en 2019, volvió a quedar en evidencia.

Es la otra interrogante que queda por resolver, saber si lo sucedido en estas tres semanas de negociaciones fallidas tiene consecuencias en la labor que debe desarrollar la oposición.

El enfado que Koldo Martínez y Txema Mauleón, el concejal de Contigo-Zurekin, trasladaron el sábado una vez consumado el fracaso de la alternativa progresista puede ser indicativo de que las cosas pueden cambiar.

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En este contexto, la idea de coordinar la oposición en la que insiste ahora Asiron no parece que vaya a tener el mismo recorrido que en los cuatro años anteriores.