Primero aterrizaron las grandes superficies, después llegaron las compras on line y, en la actualidad, pocos se atreven a cogerles el testigo y muchos negocios bajan la persiana para siempre. En Pamplona, ya hay 1.989 locales vacíos.

Además, desde la pandemia, se enfrentan a un nuevo adversario: la proliferación de lofts y apartamentos turísticos en bajos, que encarecen los alquileres e incluso obligan a algún inquilino a cambiar su lugar de trabajo.

Este fenómeno se está concentrando en la Rochapea160 de las 574 licencias tramitadas– por su cercanía con el Casco Viejo, donde está prohibido transformar un bajo comercial en residencial ni abrir un piso turístico, y la gran cantidad de locales sin uso: 256.

“Es exagerado. Los promotores están viniendo a la Rochapea porque está jugoso. Es peligroso que estos negocios se metan en zonas de tiendas”, alerta Fermín Danborena, presidente de la asociación La Rotxa.

Los comerciantes aplauden que el Ayuntamiento quiera prohibir la apertura de lofts y pisos turísticos en 65 calles, piden que se incentive el emprendimiento y continuarán enfrentándose a las dificultades con sus mejores armas: servicio cercano y de calidad. David contra Goliat.

Todocartucho

Cambio de local ante el riesgo de que se volviera loft

Roberto Sánchez lleva 16 años ofreciendo tinta para impresoras en Todocartucho, tienda ubicada en la calle Raimundo Lanas.

Roberto estaba de alquiler y, a finales de 2024, la propietaria de la bajera le preguntó si quería comprar el local, pero el precio, revalorizado debido a la alta demanda de lofts y pisos turísticos en bajos, era demasiado elevado para él. “No llegaba. Era mucho dinero. No tenía suficiente”, reconoce.

La dueña puso el establecimiento a la venta –es legal porque avisó a Roberto con más de dos meses de antelación– y un día un empleado de una promotora de viviendas entró en Todocartucho. “Nunca se me había pasado por la cabeza que un loft pudiera reemplazarme. Está siendo una locura porque hay un montón”, alerta. 

La visita fue un aviso a navegantes, Roberto se percató de que su lugar de trabajo “estaba en riesgo” y buscó nuevas bajeras. “¿A dónde me voy si aparece una empresa que compra el bajo? Necesito estar en un sitio en el que me garanticen que puedo estar un periodo de tiempo amplio”, defiende.

Roberto tuvo “la suerte” de que el local de al lado estaba vacío, firmó un contrato de alquiler “indefinido” y el 1 de diciembre abandonó su anterior ubicación. “Soy un afortunado. Si me hubiera mudado lejos habría sido un caos, el final del negocio, o el principio del fin. Mudanza, pérdida de clientes, campaña de publicidad, empezar de cero...”, comenta.

Para que otros compañeros no pasen por la misma situación, Roberto insta al Consistorio a que cree cuanto antes los 65 ejes comerciales. “Se está rompiendo la cadena de negocios que dan servicio a los barrios. Si seguimos así no sé qué vamos a hacer”, avisa. 

Informática Webtime

Las viviendas en bajos son un “virus oportunista”

Jorge Moreno, propietario de la tienda de informática Webtime situada en la calle Bernardino Tirapu, señala que los apartamentos turísticos y los lofts son “un virus oportunista” que “está aprovechando” la crisis del comercio local provocada por las grandes superficies, las compras on line o la falta de relevo generacional.

“No me están quitando clientela ni son los responsables de todos nuestros males. Existen otros culpables que han desencadenado el cierre de tiendas y que los locales se vacíen”, reflexiona.

Aún así, Jorge reconoce que el incremento de licencias residenciales en bajos es un problema para compañeros que están arrendados porque pueden perder su lugar de trabajo “y les fuercen a buscarse la vida” y que los lofts son “responsables” de que se estén encareciendo los alquileres. 

Jorge opina que se deben regular los lofts y pisos turísticos, pero defiende que la primera medida debería ser preservar el pequeño comercio que aún sobrevive. “Que no nos veamos abocados al cierre”, indica.

Además, antes de prohibir la apertura de viviendas, cree que hay que incentivar el emprendimiento en esos locales vacíos. “Muchos llevan años siendo ladrillo y no se hace nada con ellos”, señala.

Jorge confiesa que la “receta” es complicada y apuesta por “contratos de aprendizaje” que allanen el relevo. “Estaría bien que la persona que se vaya a quedar con una tienda pudiera venir unas horas al día a aprender cómo se gestiona”, apunta. 

Carnicería Zaraizu

Relevo generacional tras 33 años en Bernardino Tirapu

También hay buenas noticias. Patxi Mancho es carnicero desde que tiene “uso de razón”, lleva 33 años en la Carnicería Zaraizu de Bernardino Tirapu, en verano se jubila y le han cogido el testigo.

Patxi Mancho, que lleva 33 años al frente de la carnicería Zaraizu, rodeado de jamones, txistorra y embutido. Iñaki Porto

Es un orgullo. Vengo de un pueblo y tenemos metido en la cabeza que es vital mantener abiertas las tiendas que están en frente de casa”, asegura Patxi. 

El carnicero reconoce que su caso es una de las “pocas excepciones” porque ser pequeño comerciante “está difícil” debido a las “pocas ayudas y la desconfianza” de los bancos, la burocracia –pide que se ponga una oficina única, minimizar los trámites o reducir el impuesto de actividades económicas– y el “miedo a enfrentarse” a las grandes superficies tras ver demasiados proyectos truncados.

“Abren con una ilusión tremenda, bajan la persiana a los seis meses y cierran con desengaño y unas pérdidas terribles”, lamenta. Como consecuencia, personas que desean emprender se echan para atrás porque “prefieren tener la seguridad de ser asalariada y no asumen riesgos”, ahonda. 

Patxi apoya que se creen 65 ejes comerciales “porque es vital poder hacer la ronda en el barrio”, pero, al mismo tiempo, “ve lógico” lo que está pasando en la Rochapea.

“Es un síntoma malísimo que haya tantos locales comerciales vacíos y me da pena que se transformen en lofts. Pero, si nadie emprende, es la única salida. Una bajera parada son pérdidas porque siempre estás pagando”, reflexiona.

Mercería Isabel

Elena emprende en un local con 60 años de historia

En octubre de 2020, Mari Carmen Moscoso cogió la Mercería Isabel –negocio con seis décadas de historia–, hace dos años le diagnosticaron una enfermedad que le impide trabajar a jornada completa y decidió traspasarla.

Mari Carmen buscó relevo y, le daba “tanta pena” que la Mercería Isabel desapareciera que, si nadie le cogía el testigo, estaba dispuesta a abrir intermitentemente. “Los clientes se iban a adaptar a mis horarios y situación de salud”, desvela. 

Elena Gheorghica, emprendedora, y Mari Carmen Moscoso, la anterior encargada de la Mercería Isabel. Iñaki Porto

A finales de 2024, Elena Gheorghica, costurera y patronista, compró una cremallera, vio el cartel de traspaso y no se lo pensó dos veces. “En cuanto entré supe que era mi sitio. Quería montar una tienda de arreglos de ropa, pero cuesta mucho empezar de cero”, comenta.

Elena y Mari Carmen conversaron, llegaron a un acuerdo y el 8 de enero arrancó un nuevo capítulo de la Mercería Isabel. “Estoy muy contenta. A la Rochapea le ha tocado la lotería porque los vecinos necesitaban este servicio”, asegura Mari Carmen. “Soy el décimo premiado. El Gordo de Navidad”, se ríe Elena.

En este primer mes, la moldava, afincada en Pamplona desde hace dos décadas, ya se ha aprendido los nombres de los clientes –y el de sus hijos, nietos y maridos–, la talla que utiliza cada miembro de la familia, sus gustos... “El pequeño comerciante conoce a la persona, persona. No son un número”, defiende. 

Floristería Madreselva

Marisa se jubila a finales de 2026 y busca relevo

Desde 1995, Madreselva prepara ramos de flores en Marcelo Celayeta, una avenida poblada por irreductibles comerciantes que resisten, todavía y como siempre, al invasor.

Muchos somos los mismos que cuando empecé hace 30 años. Decimos que estamos en la zona VIP. La peluquería sigue a la derecha y la pescadería, a la izquierda. Es un orgullo que aguanten las tiendas de siempre porque un barrio sin comercio no tiene vida”, reivindica Marisa Serrano, dueña de la floristería. 

Marisa Serrano, propietaria de la floristería Madreselva desde 1995, prepara un ramo de rosas. Iñaki Porto

Marisa se jubila a finales de 2026 y se ha apuntado a Lekuko: el programa municipal que pone en contacto a propietarios que buscan relevo para su negocio con emprendedores. “Me encantaría que siguiera como floristería porque es un servicio muy demandado. No hay muchas más, la zona es muy buena y los ramos son un regalo elegante”, anima.

Marisa desea traspasar la bajera como floristería u otro tipo de pequeño comercio, pero no quiere que se transforme en loft ni piso turístico. “No me parece nada bien”, finaliza Marisa. 

El post-it

Los ‘lofts’, cerca del Casco Viejo. La mayoría de lofts y pisos turísticos se ubican en las zonas más cercanas al Casco Viejo: Río Arga, Arbizu, Paseo Anelier, Carmen Baroja, Isaba, Raimundo Lanas, Bernardino Tirapu o Marcelo Celayeta.

50 asociados. 50 negocios forman parte de la asociación de comerciantes y hostelería La Rotxa. “Si estamos unidos somos más y podemos conseguir más reivindicaciones”, destaca el presidente de La Rotxa, Fermín Danborena. 

El 26 de febrero, reunión. El 26 de febrero a las 18.30 horas, el Ayuntamiento celebrará una sesión sobre lofts y pisos turísticos en el Civivox Jus La Rocha. En la reunión también se hablará sobre el futuro de Matesa y las parcelas de Anelier, donde el Consistorio quiere construir 175 viviendas protegidas.