Ellas trabajan en las dependencias municipales ubicadas en la calle Monasterio de Fitero, en los talleres que gestiona el Ayuntamiento de Pamplona adonde llegan encargos procedentes de las áreas e incluso del Gobierno foral o de entidades sin ánimo de lucro.

La mayoría son mujeres, extranjeras y con hijos a su cargo. Forman parte del programa de empleo protegido del Ayuntamiento dentro del plan de empleo en itinerarios de inserción sociolaboral y desarrollan su tarea diaria bajo la supervisión directa del personal del área de Acción Social. En total son 180 personas –92 mujeres y 88 hombres, con una media de edad de 45 años– empleadas cada año en alguno de estos talleres.

Los trabajos que llevan cabo se dividen en tajos: confección, tapicería, soldadura, obras y rehabilitación de viviendas, pintura, encuadernación y serigrafía, limpieza de oficinas y locales, limpieza de parque fluvial y jardines, servicios generales, servicio de reparto en el Banco de Alimentos y servicio de comedor social.

Esther, Erika, Mercy, Dorkas, Aishata, Faustina, Melany y Hanna están empleadas en el taller de confección, donde se encargan de tareas tan diversas como las reparaciones que precisa la bandera XXL instalada en la Plaza de los Fueros, cambiar de cremalleras a los chalecos antibalas de la Policía Municipal o en los retoques que precisan los trajes oficiales que los concejales de Pamplona lucen en días señalados.

Empleadas en el taller de encuadernación. Patxi Cascante

Las personas que participan en este programa son derivadas por los diferentes programas del área, tras haber realizado un previo (formativo y/o sociopersonal), considerando desde los mismos que es el momento de acceder a un recurso formativo/laboral, para seguir avanzando en su itinerario.

Dos contratos de 6 meses y opción a un tercero

Para muchas de ellas es la primera vez que tienen acceso a una ocupación remunerada, sobre los 1.100 euros mensuales. El proceso standard del programa tiene un año de duración, dividido en dos contratos de 6 meses, lo que da la posibilidad de hacer una valoración a mitad de proceso para valorar si procede o no continuar en el programa o reajustar aspectos que no se están cumpliendo, así como poner en valor mejoras y logros que se van consiguiendo.

En casos excepcionales el programa se prolonga con la firma de un tercer contrato, en el caso de personas que han tenido un buen desempeño y progreso en el trabajo y que a través del tercer contrato pueden continuar su aprendizaje técnico, nutriendo también el grupo de trabajo de personas que pueden ser “espejo” y “ejemplarizantes”, para otras personas que acceden al programa.

"Me ha cambiado por dentro; no sólo es el trabajo, es lo importante que ha sido para mi vida"

Hanna - Tajo de confección

Hanna lleva diez meses en el programa. Aunque es muy reservada, es suficiente para comprender lo difícil que puede resultar para una mujer musulmana trabajar por primera vez fuera de casa y lo que supone tener que hacerse cargo en exclusiva de sus 4 hijos, el menor de 6 años.

De izquierda a derecha, Urtzi, Alfredo y Eneko Arévalo, encargado del tajo de pintura. Patxi Cascante

“Me ha cambiado por dentro; no sólo es el trabajo, es lo importante que ha sido para mi vida” explicó esta argelina empleada en el tajo de confección.

Trabajo y conciliación

En la sala contigua se encuentra el taller de tapicería, donde trabaja Felistus. Es la simpatía personificada y se le ve feliz mientras arregla un voluminoso sofá que deben arreglar. Reconoce que no tenía ni idea de este trabajo cuando llegó, pero que gracias a las responsables del servicio y a sus compañeras ha encontrado un espacio donde sentirse útil: “El horario además me permite la conciliación familiar. He tenido mucha suerte, porque si necesito salir para atender a mi hijo me lo permiten”.

Adolfo lleva 3 años y ejerce en la práctica como un encargado, siempre atento a lo que precisan las empleadas, como Fátima, que esbozó una sonrisa al recordar cómo tuvo que aprender a repara una silla o un sofá. Cristina y Emperatriz comparten la misma mesa de trabajo. Las dos pasaron por situaciones depresivas que desaparecieron en cuanto entraron al taller. “Me ha dado la vida porque me he sentido útil” señaló Cristina, mientras su compañera destacaba además el “buen rollo” que tienen.

Felistus y dos compañeras, en el tajo de tapicería. Patxi Cascante

La siguiente cita fue el tajo de encuadernación, ubicado en una sala muy bien acondicionada en el Museo de Educación Ambiental en la Rochapea. Dirigidos por Patxi Huarte, aquí se encargan de reparar libros en mal estado procedentes las bibliotecas publicas y trabajos de serigrafía, plastificación o confección de bolsas.

Clarivel, que tiene 4 hijos, recordó cómo su familia tuvo que dejar Honduras por la violencia de las pandillas y está deseando encontrar un trabajo en cuanto termine su estancia en el taller municipal. Frente a ella se encuentra Nicu, quien agradece “la oportunidad” que se la presentado; lo mismo que opina una mujer de Barcelona, que prefiere omitir su nombre, quien felicita al Ayuntamiento por tener en marcha un programa de estas características. “Dejamos los libros que nos llegan en muy mal estado en nuevos” señaló la dominicana Estauri.

Patxi Huarte, responsable del tajo de encuadernación. Patxi Cascante

La tercera parada fue la Plaza del Castillo, donde Urtzi, de 38 años, y Alfredo, de 32, ponían los andamios para pintar la gran puerta belena junto al Café Iruña. Están dirigidos por Eneko Arévalo, quien destacó el empeño que ponen sus dos empleados. “La mayoría de los trabajos que hacemos es en pisos en rehabilitación, oficinas o escuelas que necesitan una mano de pintura”.

De izquierda a derecha, Jesús, Kristy, Lahald y Edurne Arana, la encargada del comedor municipal. Patxi Cascante

La última cita fue el comedor municipal de la calle del Carmen, donde trabaja otro grupo de empleados para atender los dos servicios (comida y cena) que ofrecen cada día. Están dirigidos por Edurne Arana, con 15 años de experiencia, que cuenta con tres peones para el turno de mañana y que ya estaba dándole vueltas a la organización del servicio ante la proximidad del ramadán. Kristy es la que se encarga de atender el servicio gracias a su conocimiento del oficio tras haber regentado un restaurante en Perú, acompañada de Jesús, natural de Cuba, y de Lahald, el último en llegar. Los tres destacan que están en buen sitio y como todos destacan la oportunidad que se les ha brindado.